CLSK Review: Soilwork – The Living Infinite

Después de una larga espera, finalmente ha salido a la luz uno de los discos más contundentes del año, un disco doble, con veinte canciones alucinantemente poderosas y con un sonido impecable.

The Living Infinite viene siendo el noveno álbum de los suecos Soilwork. Bajo el sello Nuclear Blast, han seguido la línea natural desde su anterior trabajo The Panic Broadcast (2010), un disco que los lanzó un poco más arriba en las listas y que, en conjunto con la participación de Dirk Verbeuren apoyando a Devin Townsend, han surgido del underground sueco-europeo para girar largamente por Estados Unidos y llevar su nombre un paso más adelante.

Soilwork forma parte de un selecto grupo de bandas que ha evolucionado hacia un metal moderno y atractivo, con una temática musical muy clara y con un poderío instrumental sin límites, tanto en la voz de Björn “Speed” Strid, como en la batería del extraterrestre Dirk Verbeuren, que sin duda se sigue robando la película con su velocidad y precisión. Hoy, con la partida definitiva de Peter Wichers, fundador y dueño del sonido Gothemburg característico de Soilwork, la banda se planteó como un desafío el componer un disco doble, ahondando en los sonidos más propios de su estilo, lo que finalmente, al igual como lo hicieron en The Panic Broadcast, los llevó a un resultado muy distintivo, con temas sólidos, melódicos y potentes, lo que termina por levantar su nombre y posicionarse en lo alto del metal técnico.

Este nuevo álbum comienza con el latigazo de “Spectrum of Eternity”, tema que fue lanzado en enero y que dejó abierta la perspectiva de lo que se vendría en el álbum completo; un tema que avanza con una fuerza tremenda y una batería incomparable, rememorando a la fase más melódica del metal gothemburg, evocando a At The Gates o Ebony Tears, algo muy similar a los antiguos trabajos de la banda en sus primeros discos. “Memories Confined” relaja un poco la tensión y la rapidez del comienzo, y nos lleva al remordimiento y la resignación en un tema más tenue pero con una rabia colosal, con la melodía clásica del metal sueco.

“This Momentary Bliss” ataca con los riffs característicos de la agrupación, llenando los espacios de los fraseos y coros inconfundibles de Speed quien, en conjunto con el increíble dúo de Sylvain Coudret y David Andersson en las guitarras, logran una atmósfera potente y sostenida, siendo uno de los temas más reconocibles al Soilwork del Sworn to a Great Divide (2007) en el álbum.

Luego surge la intensidad de “Tonge”, un tema que por sí solo es el resumen de la solidez musical que puede tener la banda, lleno de cambios y versos rápidos, complementados con los increíbles blast beats de Verbeuren, junto a una letra muy especial relacionada con la fe y la desesperanza.

“The Living Infinite I” es el clímax del disco; sin duda la pieza más compleja, con una presencia de los teclados mucho mayor a la vista en los otros temas, y que avanza con calma con un destino claro: el abrir paso a un coro inmediatamente memorizable, potente y rockero.

“Let the First Wave Rise” es el segundo latigazo de potencia pura del disco: poco se puede hacer frente a tanta velocidad y técnica, más allá de volarte la cabeza. “Vesta” vuelve con la complejidad y las atmósferas más melódicas, pero con arreglos llenos de metal y cambios trascendentales en su final. “Realm of the Wasted” es una canción que se hace larga y que si bien está llena de potencia, no logra destacarse mucho, quizás por ser una de las más débiles en su melodía central o por su letra muy dispersa, lo que la convierte, relativamente hablando, en el punto bajo del disco.

Soilwork

“The Windswept Mercy” llama inmediatamente la atención por su simpleza, sin mucha velocidad pero, como es la tónica del disco, también está llena de cambios y versos cargados de melodías. Además, es un tema con letras trazadas en melancolía, al igual que la canción que cierra la primera parte de este álbum, “Whispers and Lights”. Con riffs más hardrock y la presencia de los sintetizadores en las bases, logran cerrar la resignación y la tristeza furiosa del primer disco con un sello característico, pero con un aire renovado y moderno.

La segunda parte comienza con “Entering Aeons” y “Long Live The Misanthrope”, temas que se complementan y, por la fuerza con que avanza este último (que además es uno de los singles mostrados como adelanto del disco por streaming), es fácil distinguir que la misantropía forma parte del disco en general, tanto como el dolor y la resignación al sufrimiento.

“Drowning With Silence” es un punto alto dentro de esta parte del álbum. Un tema difícil de olvidar y que nuevamente muestra todo el poderío de Dirk Verbeuren en su batería. Luego de esto, aflora una joya melódica llamada “Antidotes In Passing”: una sorpresa, por su atmósfera y composición musical con un tono distinto a lo mostrado hasta ahora. Sin duda es lo más novedoso del álbum, donde Soilwork se acerca a su lado más progresivo e intenta acomodar el poderío del metal característico de su estilo a una importante transición, en conjunto con la primera muestra de esperanza y calma en las letras.

“Leech” es un tema muy propio de la banda en el pasado como en Natural Born Chaos (2002), siguiendo las huellas que dejó Devin Townsend en la producción vocal de aquel disco. Energía y velocidad que dejan paso a “The Living Infinite II”, comenzando como en su primera parte, pero traspasando la desesperanza hacia la sanación y el fin del miedo, con una rabia dirigida a despertar y comenzar desde cero. La potencia melódica de los suecos a estas alturas ha mostrado todo su esplendor, pero sin duda éste destaca mayormente por su estructura y solidez.

El instrumental “Loyal Shadow” nos regresa a la complejidad plasmada anteriormente en The Panic Broadcast, avanzando así hacia el single “Rise Above The Sentiment”, tema que ya tiene video oficial y muestra a la banda en los buenos momentos que acompañan las grabaciones de Soilwork, mostrando el legado que se pretende dejar al final de la vida, cuando no hay nada más que buscar. Un temazo de esos que se alojan en su cabeza todo el día y que tarareas sin remedio.

La calidad del trabajo de Björn Strid es indiscutible, pero en “Parasite Blues” el líder demuestra por qué es uno de los destacados en el círculo europeo, cantando un coro y unos versos llenos de growls tan propios como de Soilwork. Además, la presencia del bajo de Ola Flink acompaña perfectamente el ambiente melódico del tema.

El disco cierra con un track muy nórdico y distintivo: “Owls Predict, Oracles Stand Guard” es un paso por lo más profundo de las raíces del metal de la banda, casi un tributo al cierre de una placa demoledora, con un trabajo instrumental perfecto y sin bajas, lleno de arreglos y cambios que enaltecen el poderío individual de cada uno de los músicos, demostrando que Soilwork debe ser una de las bandas más sub valoradas dentro del metal contemporáneo. Si bien el disco es la evolución natural que sugería su antecesor, no estaba dentro de los registros una vuelta hacia los sonidos fundamentales de la banda, y menos la compañía de riffs tan contundentes como los de sus primeros años.

En resumen, un discazo de comienzo a fin. Ahora solo queda esperar que algún soplido de viento los traiga a este lado del continente y que muestren como suena esta nueva obra en vivo y en directo.

Si no lo ha escuchado aún, lo dejamos con el álbum completo. Disfrute:

Fotografía: Facebook.com/soilwork