Más vale tarde que nunca. En esta oportunidad había que tomarse un tiempo para decantar uno de los conciertos más importantes y energéticos del último tiempo en Chile; el sinnúmero de emociones a la salida del Estadio Monumental, el pasado viernes 4 de octubre, podían nublar un poco la objetividad ante un show que difícilmente se repetirá. Pero después de unos días, la opinión propia y general no ha cambiado en lo absoluto.
Este capítulo de la historia entre metal y nuestro país comenzó a escribirse a las 21:15 hrs. con “War Pigs”, la pieza indicada para reventar un Estadio Monumental repleto, que ya alcanzaba su máximo número de personas un poco antes de terminar el show de Megadeth, un espectáculo que, si bien no defraudó en la selección de temas, mostró un sonido pobre y confuso, con la voz de Dave Mustaine al filo de lo imperceptible, lo que quedó más en evidencia cuando Osbourne, Iommi y Butler subieron al escenario.
Con un audio, sin exagerar, rayando la perfección, Black Sabbath puso el pie encima a toda su descendencia metalera, demostrando con hechos que el sonido “pesado” no tiene porqué ser sucio o saturado, dando clases de cómo debe sonar el metal en vivo; “Into The Void” y “Under the Sun/Every Day Comes and Goes”, llegaron a refirmar esa postura con aquellos riffs duros e intensos de la guitarra de Tony Iommi.
La noche avanzaba y “Snowblind” caía sobre el recinto de Macul, momento en que cada asistente se encargó de poner sus energías en la que posiblemente pudo ser la última venida de la banda a esta región. Permitiendo el descanso de los fanáticos dado el tibio recibimiento, “Age Of Reason” fue la primera canción de la última placa de Black Sabbath, 13 (2013), situación que se repitió más adelante pero con algo más de energía con “End Of The Begining” y “God Is Dead?”, que como todo single, fue bien acogido y, por ende, obtuvo mayor interacción por parte del público.
El Monumental fue cubierto con un manto de oscuridad al llegar aquellos lúgubres sonidos de “Black Sabbath”, dando paso para recordar así la placa del mismo nombre lanzada hace más de 40 años, la cual también fue tributada con “Behind The Walls of Sleep” y el hitazo “N.I.B”, una manera perfecta de exprimir la energía de un público entregado ante sus ídolos.
“Fairies Wear Boots” y “Rad Salad”, trajeron aquellos sonidos más clásicos y setenteros, seguidas por un demoledor solo de batería por parte de Tommy Clufetos, quien deslumbró a los asistentes, lo cual se convirtió en la apertura perfecta para “Ironman”, sin duda uno de los cortes más esperados de la noche.
“Dirty Women” fue acompañada por el esperable cansancio de la concurrencia, quienes pausaron sus movimientos para contemplar un tema mucho más dócil, actitud de cambiaría radicalmente con “Children of The Grave”, intensidad que marcaría la única y breve pausa del show, para dar espacio al respectivo Encore, que desde bambalinas fue guiado por Ozzy.
Pero esto no podía acabar sin “Paranoid”, desatando la locura en el público, respuesta esperable para uno de los himnos fundamentales del metal y, por supuesto, de Black Sabbath.
Por lo general en los conciertos metaleros, siempre hay algo que criticar, aun cuando hayamos disfrutado a concho cada uno de los momentos del evento, pero siempre hay comentarios del tipo “saturaron mucho”, “la voz casi no se escuchaba”, “a ratos el bajo no se sentía”, pero muchas veces hacemos la vista gorda porque el show fue entretenido y la selección de temas fue acertada. Pero en esta oportunidad ninguno de esas frases nació de quienes estuvieron en la cancha (desde la perspectiva de este humilde editor), algo más difícil cuando has quedado con la boca abierta.
Con una personalidad sencilla y humilde con su guitarra, Tony Iommi marcó la diferencia con un sonido prístino y duro a la vez, hipnotizando a una concurrencia que veía como alguien, con una simpleza absoluta y siempre sonriente, disfrutaba el momento en que daba una clase magistral ante una fanaticada rendida.
Por su parte Geezer Butler complementaba el sonido con la potencia de un bajo que se sentía hasta en los huesos, mostrándose como parte esencial de la entrega, metódico, energético y compenetrado con el sonido de su instrumento.
Por último, pero no menos importante, Ozzy Osbourne, quien con su carisma conquistó a una audiencia que respondía a todas sus solicitudes, aunque estas fueran bastante repetidas. Pero más allá de eso, a pesar de su reducida movilidad, su voz cumplió con el cometido como para conformar a una audiencia que tampoco esperaba un registro fiel a las primeras entregas de Black Sabbath.
1. War Pigs
2. Into the Void
3. Under the Sun/Every Day Comes and Goes
4. Snowblind
5. Age of Reason
6. Black Sabbath
7. Behind the Wall of Sleep
8. N.I.B.
9. End of the Beginning
10. Fairies Wear Boots
11. Rat Salad
12. Iron Man
13. God Is Dead?
14. Dirty Women
15. Children of the Grave
Encore:
16. Paranoid
Black Sabbath es metal en esencia, quienes iniciaron todo, y su influencia es fácilmente reconocible en todos los sonidos que visten de negro a sus fanáticos, y fue un 4 de octubre de 2013 cuando tuvieron una nueva oportunidad de mostrarle a Chile como la oscuridad es capaz de llenar estadios.
Y esta es la historia de cómo las deidades del averno emergieron para hacer sellar con sangre el pacto entre el metal, su historia y sus fanáticos, quienes difícilmente pudieron dormir después de esa noche, agobiados por las pesadillas cargadas de riffs intensos, únicos e irrepetibles.
Foto: La Tercera (tendremos fotos propias cuando TF4 responda nuestros correos)
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