Debieron pasar cinco largos años para ver el retorno de un monstruo de cuatro cabezas, espécimen que sólo está vivo algunas semanas y vuelve a su estado de hibernación. Cinco años de espera para el regreso de Transatlantic, que con una fórmula más que comprobada vuelve en gloria y majestad a presentar su cuarta producción en estudio titulada Kaleidoscope, y que finalmente los hará presentarse en Chile el sábado 15 de febrero en el Teatro Caupolicán a las 20:00hrs.
Kaleidoscope, disco que puedes escuchar al final de este CLSK Review, se compone de 5 temas bastante disímiles unos de otros lo que viene a ser una de las características principales de la placa, marcando diferencia bastante notoria con Bridge Across Forever (2001) y The Whirlwind (2009). Salvo una muy sutil conexión entre la apertura del álbum “Into the Blue” y “Shine”, el resto del trabajo no hace referencias cruzadas ni recoge las características de un álbum conceptual.
Luego de haberlo escuchado una semana completa, la opinión de este editor ha diferido bastante, desde considerarlo un álbum bastante “denso”, hasta definirlo como una placa con muchos matices, nuevos sonidos, lo que hace a esta producción muy interesante en varios sentidos que ahondaremos en cada canción a repasar.
El álbum parte con la intrigante “Into the Blue”, con una introducción que a estas alturas ya no es sorpresa; si hay un trabajo al que le dedica tiempo el principal compositor de la banda, nos referimos a Neal Morse, es el de citar cada una de las secciones de las obras “épicas” en su apertura. Es así como, en una introducción que sobrepasa los 6 minutos, se llega a “The Dreamer and The Healer”, segunda sección de “Into the Blue”, una melancólica pieza que da paso a la experimental “A New Beginning”, que comienza de manera poco usual, incluyendo voces distorsionadas que dan paso a pasajes más propios del sonido de Transatlantic.
“Written in Your Heart”, es el título de la cuarta sección, en donde destaca la gran participación de Daniel Gildenlöw en las voces, logrando uno de los puntos altos del álbum (y que desde luego extrañaremos el 15 de febrero), lo que hace meritoria la pregunta de los fans de esta banda: ¿Cuándo Gildenlöw será nombrado miembro oficial de Transatlantic?
“The Dreamer and the Healer (Reprise)” es la última parte de esta obra, en donde al igual que todos los trabajos de larga duración de Transatlantic, se hace referencia a las primeras secciones, logrando así la coherencia que merece una canción extensa.
“Shine” es el segundo corte de esta nueva placa, tema que ya habíamos tenido el privilegio de escuchar y ver en su correspondiente video de promoción. Si bien es un buen tema, pierde un poco de coherencia al querer recalcar la diversidad del grupo incorporando las voces de Morse, Stolt y Portnoy/Trewavas en estrofas distintas; esto puede ser apreciado en obras largas, pero en temas “cortos” como “Shine”, el rumbo vocal del tema varía innecesariamente. Pese a eso, es una de esas “baladas” que Transatlantic logra de gran manera.
“Black as the Sky” es una de esas canciones a las cuales esta banda nos tiene acostumbrados, presentando más agresividad que los temas anteriores, y con un destacable trabajo de Morse en los teclados y de Stolt en las voces. Sin duda alguna, podemos decir que es el tema mejor logrado de los “cortos” del álbum y que será un lujo escuchar en Chile.
“Beyond the Sun” es otra de las fórmulas exitosas que la banda ha presentado en otros álbumes, similar a lo que ocurre con “Stranger in Your Soul” y “Bridge Across Forever” en el álbum del mismo nombre del año 2001. Este tema sirve así como puntapié inicial a “Kaleidoscope”, al presentar una bien lograda interpretación de Morse en conjunto a Stolt y una apropiada sección de cuerdas para generar la atmósfera necesaria.
Llegamos al clímax de esta producción y tema que le da nombre a la placa: nos referimos por cierto a “Kaleidoscope”: “Overture” es Rock Progresivo “a la Transatlantic” en su máxima expresión, donde destaca el desempeño impecable de la banda. Por su parte, “Ride the Lightning”, segunda sección del extenso corte, comienza con un brusco cambio y un gran trabajo de Morse-Stolt y que da las directrices principales del tema. Continúa todo con “Black Gold”, una de las secciones mejor acabadas sobretodo instrumentalmente hablando, tema que contiene momentos de tensión muy pocas veces citados por la banda, lo que es sorpresivo pero grato de escuchar.
“Walking the Road” avanza con esta obra en donde Pete Trewavas toma el mando de las voces y que a la vez le da un respiro a la, hasta ahora, frenética obra; llega en el momento adecuado y logra calmar las aguas un poco, para convertirse así en otro de los puntos altos de la composición y del disco, sin duda alguna.
“Desolation Days” es la sección más melancólica de “Kaleidoscope”, incorporando una genial interpretación de Stolt en la guitarra al entrar a la sección acústica y a las melodías principales del tema, haciendo referencia a la pasada “Ride the Lightning”.
“Lemon Looking Glass” es el penúltimo tramo de “Kaleidoscope” y corresponde al espacio instrumental de esta obra, donde la banda saca a relucir todo su potencial creativo, mostrando similitudes con las secciones sin voces de “The Whirlwind”. El álbum termina con “Ride the Lighting (Reprise)” que es sólo la referencia a la temática principal de la canción para cerrarla con broche de oro. Sin embargo, hay que decir que el único punto inentendible de esta gran composición fue el fade-out al final del tema, algo no muy propio en la banda, ya que, si tienes la capacidad de crear temas de hasta 80 minutos, eventualmente también se puede crear un cierre a la altura de la composición.
En síntesis, Kaleidoscope es un álbum, en estructura, muy característico de Transatlantic, con obras de larga duración al principio y término del álbum, sumando las respectivas “baladas” que le dan aire al disco. De todas maneras, llama la atención la poca coherencia entre temas, lo que hace rememorar a SMPT:e (2000), y las secciones algo más experimentales que se proponen en “Into the Blue”.
Igualmente, Kaleidoscope es un muy buen disco, pero no la mejor obra de la superbanda. Sin embargo, es un trabajo mucho más diverso que sus placas anteriores, una producción digna de tenerla en formato físico junto con las joyitas de su colección y más aun teniendo en cuenta que será la responsable de que tengamos la oportunidad de verlos por primera vez en Chile este 15 de febrero en el Teatro Caupolicán, momento en el cual podremos apreciar el máximo esplendor de este reciente disco y, por supuesto, de Transatlantic.
Javier Arriagada
06/02/2014 at 15:12
vendo entrada platea baja!
Rodrigo LB
12/02/2014 at 10:54
A cuánto?