Leprous, banda del norte del mundo, donde el frio y la oscuridad reinan junto a los abundantes sonidos del metal, nos entregaron hace algunos días su último trabajo denominado The Congregation, un disco que sigue la huella de Coal del año 2013 y que, con su impronta característica, deslumbran nuevamente con una calidad asombrosa.
El álbum lanzado este pasado mes de mayo nos trae un rock progresivo prístino, pulcro, sincero y visceral; un sonido diferente, con una propuesta simple y extrema que, con una calidad sonora incluso mejor a sus álbumes anteriores, envuelve y nos muestra que el tiempo no pasa en vano.
The Congregation está inserto en una red de trabajos melódicos y electrónicos que arrancan erizando la piel desde el comienzo, gracias a un groove distintivo, matizando la distorsión y el ritmo. La banda ha cultivado esa cadencia oscura y, con el marcado contraste de Einar Solberg en la voz, Leprous abre el camino a re descubrir una agrupación más sólida, cohesionada en su arte, pero menos orientada hacia el metal duro, diferenciándose así de su antecesor, Coal, en el uso de líneas melódicas menos guturales.
Este nuevo trabajo comienza con “The Price”, primer single del disco y punta de lanza del sonido actual, con un vértigo terrible y una precisión alucinante. La banda sigue destapando el ambiente con “Third Law” y “Rewind”, temas que si bien tienen la potencia del metal nórdico por naturaleza, buscan ir más allá, dejando gran espacio para la línea de bajo y el sintetizador, en una mezcla muy interesante y moderna.
“The Flood” continua con una emotividad lúgubre, dando paso a “Triumphant”, corte que marcha sobre un ritmo más rápido y que se enlaza a uno de los puntos altos del disco, “Within My Fence”, que mezcla lo mejor de Leprous: el sonido potente de los contratiempos y los riffs con carácter, más la personalidad sonora de un tema corto, directo a la memoria.
La trilogía que continúa nos lleva a un pasaje fresco y lleno de cambios: “Red” aporta el caos de la electrónica y los ritmos desplazados, “Slave” incorpora la agresividad y la rabia, y “Moon” da espacio para la velocidad propia del género. En este punto el disco se vuelve un poco extenso, aletargado en la duración de las canciones y en la obscuridad del ambiente impuesto. Así comienza “Down”, a cargo de un compás y una lírica llena de desconsuelo y tristeza, una pieza exquisita en su cambio intermedio, con los toques progresivos muy trabajados, donde la batería de Baard Kolstad escapa sobre la electrónica sombría de los teclados.
“Lower”, el último track de The Congregation, apaga los motores transitando por la vereda de las penurias; con una atmósfera terrible, nos despide de un disco que nos acompaña en una lectura interior, un volver hacia los recuerdos y el dolor, en un tono moderno y cercano, que nos ha llevado desde los rincones progresivos y virtuosos propios de los cambios de ritmo hacia la simpleza de lo triste.
Es primordial entender las liricas de este álbum para concebir la senda que la banda nos quiere imponer, ya que la belleza de esta placa surge si se contempla en el conjunto, indistintamente que existan temas tan sobresalientes como “The Price” o “Within My Fence”.
Sin Duda Leprous logra construir con The Congregation una de las placas más importantes del año, y es de esperar que sigan destacando en los próximos meses con nuevos videoclips y singles que suenen en el mundo del metal y del progresivo de vanguardia.
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