El séptimo álbum de los polacos de Riverside pudo haber tenido una connotación muy distinta e incluso pudo no haber existido este año, pero su propia historia los llevó a publicar un trabajo que además de ser póstumo, está cargado de una atmósfera bastante sensible y etérea que parece marcar un quiebre en la sonoridad del grupo.
Con ‘Love, Fear And The Time Machine’ (2015) demostraron que el progresivo que ellos profesan puede ser un perfecto equilibrio entre la calma de la armonía y el desenfreno de la libre composición, con letras que varían en temática e incluso son parte fundamental del cuerpo estructural. Este año dejaron eso a un lado, tomaron como base grabaciones que habían hecho en álbumes anteriores e incluyeron otras más, todas ellas en modo instrumental.
La inquietud de publicar un obra así siempre estuvo en los asuntos pendientes del grupo, es por eso que decidieron hacerlo de una vez por todas para poder dedicarle este sensible trabajo a su guitarrista Piotr Grudziński. “Where The River Flows” es la pieza que lo inaugura, donde se muestra un poco de lo que trata el disco en sí, una conmutación de sonidos que unen la emocionalidad misma de la música con lo “espacial” de lo electrónico.
A pesar de ser la primera vez que somos testigos de esta versión de Riverside, pareciera ser que sus sesiones de ensayo libre son mucho más enriquecedoras de lo que sus grabaciones antecesoras lo demuestran. La calidad compositiva que rodea a ‘Eye Of The Soundscape’ (2016) hace pensar que las influencias musicales son extensas, como lo dice la evolución sonora de “Shine”, la que traspasa años de su propia trayectoria en pocos minutos.
La decisión por otorgarle un alto protagonismo al teclado de Michał Łapaj crea una especie de identidad dentro del disco, marcando un patrón que recorre de principio a fin cada canción y que se acopla perfectamente a los efectos de guitarra que Piotr Grudziński utilizó a libre albedrío, como en las dos partes de “Night Session”, donde el sutil in crescendo se va tomando tus cinco sentidos y el suave saxofón se vuelve imprescindible.
Lo enigmático de este trabajo se presenta de muchas formas, de manera tenue en “Heavenland” con sonidos ambientales que recorren el espacio ficticio donde se ubica la música, creando escenarios mentales y olvidando lo terrenal por un rato. También está el ejemplo de “Sleepwalkers” la que con su inesperada monotonía nos lleva al trance y a su vez a lo mágico que lo electrónico puede crear.
“Eye Of The Soundscape” es el final de esta historia sonora, la que más que una simple canción se asemeja a un viaje profundo y sereno, con mínimos toques que si se escuchan con audífonos queda en evidencia que provienen de todas las direcciones, creando lugar y abriendo la mente para ocupar esa dimensión con la propia imaginación de forma sinestésica en ese “paisaje sonoro“.
Apostar por lo atmosférico en un mundo sobrecargado de información explícita e instantánea es arriesgado porque debe ser un trabajo pulcro y bien estructurado, en este caso la apuesta fue acertada porque el disco se transforma en un continuo, con los quiebres justos para mantener el suspenso latente. En ‘Eye Of The Soundscape` vemos que la movilidad entre géneros musicales enriquece la creación de nueva música porque esto no se compara con nada que la banda haya hecho anteriormente. Lo importante es que mantienen la esencia que los hace ser auténticos, sumándole algunas variaciones que instantáneamente hacen que las posibilidades se multipliquen a futuro a pesar de que de ahora en adelante sean un trío.
Te dejamos con la playlist del disco y obviamente esperamos tu opinión al respecto.
Carlos Ignacio Araya Tapia
16/12/2016 at 16:42
Claudio
Claudio Tapia
16/12/2016 at 16:43
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