Neal Morse y Mike Portnoy son tal vez la dupla musical más fructífera de la escena del rock progresivo actual. Juntos comparten tres proyectos vigentes y una discografía con raíces robustas, que data desde hace décadas. Flying Colors es un super grupo liderado por los antes mencionados Morse (teclados/voces) y Portnoy (batería/voces), y que completan Steve Morse (guitarra), Dave LaRue (bajo) y Casey McPherson (voz principal/segunda guitarra). En la búsqueda de un sonido más cercano al rock/pop, homenajeando el rock progresivo de los 70’s e intentando obtener un espacio en el mainstream, la banda debutó el año 2012, con su álbum homónimo, el cual tuvo una excelente recepción. Siete años han pasado desde aquel comienzo, y Flying Colors llega con ‘Third Degree’, su tercer disco de estudio bajo el brazo.
El viaje comienza con “The Loss Inside”, que es un arranque rápido, sin preámbulos: con un riff digno de un hit radial de rock, un coro que destaca la calidad vocal de McPherson, cantando con un falsete sólido y una guerra de solos de guitarra y teclado. Una canción directa y que no deja espacio para especulaciones, pero sin duda, no necesariamente es muestra de lo que vendrá a continuación.
“More” es el primer single del álbum y uno de los puntos altos de este. Una pieza notoriamente más oscura que la anterior, y tal vez de las más oscuras de la discografía del quinteto. Basada en un riff simple, pero efectivo y líneas vocales que recuerdan (mucho) a Muse. Después del segundo coro, la canción repentinamente se quiebra para dar paso a un pasaje instrumental lleno de rápidas y virtuosas melodías y ritmos que son marca registrada de Mike Portnoy.
El primer respiro llega de la mano de “Cadence”, que es una canción más suave, sostenida por armonías vocales que nos recuerdan a The Beatles. Un inspirado y emotivo Steve Morse en la guitarra aporta con el tacto preciso en la interpretación, en cada línea. Acto seguido, llega “Guardian”, canción que permite apreciar de mejor forma el talento y la rica técnica de Dave LaRue, quien no solo brillará aquí, sino que en todo el disco. Pasada la mitad de la canción, nos encontramos con la sección instrumental, que nuevamente tiene como protagonista al virtuoso bajista.
“Last Train Home”es la primera canción de larga duración del álbum. Con cerca de 10 minutos, nos lleva por soleados senderos, decorados por tonos progresivos clásicos de los 70’s. La sección instrumental aumenta en intensidad y velocidad hasta llegar a un clímax que inevitablemente nos recuerda a Transatlantic, para luego reposar en la siempre melódica voz de Neal Morse y su sello folk, acompañada de guitarras acústicas. La canción vuelve a su cauce y termina reexponiendo el coro. Un final perfecto, para una pieza que es de las más destacadas de la carrera de la banda.
A continuación, nos encontramos con una totalmente contrastante “Gerónimo”, que es una canción que quita el pie del acelerador, y se sumerge en un mundo de funk y jazz, que nos recuerda a Toto, dueña de melodías coreables y un tinte pop indiscutible.
Ya estamos en la recta final, y el lado más íntimo de la banda se muestra en “You Are Not Alone”, una balada brillante por donde se le mire, escrita por Casey McPherson. Contiene quizás todos los elementos que necesita un éxito radial, cercano al pop-rock, y tal vez por esta razón fue seleccionada como segundo single del álbum. La canción va de menos a más, y desborda emotividad en cada sección. Los solos de guitarra son hermosos, sin dejar de ser desgarradores, y la interpretación vocal, una vez más, está a un nivel excepcional.
La penúltima estación es “Love Letter”: nunca deja de sorprender la capacidad de mutar que tiene Flying Colors, que de un momento a otro suena totalmente distinto en cuanto a estilo, y éste es el caso. Destinada a convertirse una de las canciones favoritas de los fans, “Love Letter” está comandada por las voces de Casey, Neal y Mike, que se turnan para liderar una canción llena de colores y que inevitablemente, te dejan con el ánimo por las nubes.
El disco cierra con “Crawl”, y como sabrán aquellos que han seguido la carrera de Neal Morse y Mike Portnoy, los finales siempre son épicos y esta no es la excepción. Durante más de diez minutos, nos transportamos por un río de rock progresivo, que suena a Flying Colors, pero también a Spocks Beard en los 90’s. El solo de Steve Morse es impecable, que desata una compleja y veloz melodía que es respondida desde cerca por el bajo de Dave LaRue, en su punto más vertiginoso. Seguido de esto, encontramos calma en la voz de Casey junto a los pianos y sintetizadores de Neal. Este último es quien canta el pasaje siguiente, con una voz llena de nobles sentimientos y que pareciera a punto de quebrarse a causa de estos. El final es redondo, como siempre, con un Steve Morse dejando la vida en cada nota que toca. El cierre es perfecto.
‘Third Degree’ es el brillante tercer acto en la corta pero exitosa carrera de la banda, que provee solidez y seguridad a la discografía, y que viene a reafirmar el manifiesto que ellos mismos propusieron desde el primer minuto: una aventura imperdible que mezcla rock, pop, rock progresivo y un sinfín de influencias de los virtuosos integrantes, en la cantidad justa.