El 2024 ya había tenido la posibilidad de conocer un adelanto de lo que se venia con el álbum solista del guitarrista chileno Danny Barrera, lo que me mantuvo expectante para poder escuchar por fin su disco ‘Injertos del Tiempo’ en su formato completo en abril de este año.
Es un trabajo que cautiva desde el arte de su portada, la creatividad en el nombre de sus canciones y la fusión musical que regala en sus 41 minutos de duración. Desde ya te invito a poder ser parte de la experiencia que significa escuchar esta obra, ya que está conectada con lo contemplativo, la fusión musical de sonidos actuales que me recuerda la frescura de su inteligencia musical y a la vez el respeto por lo que lo ha formado como músico hasta hoy.
La experiencia se inicia con la canción homónima del disco, invitando a conocer en ella la propuesta de Danny, integrando sonidos que me llevaron a melodías esperanzadoras y limpias, como también a un lado más oscuro y sombrío, dejando entrever sus influencias del metal entrelazadas con su propia identidad musical.
Luego con “Ciudacidad (El Futuro)” la velocidad aumenta, se transforma en una constante de escalas atrapantes que me hicieron imaginar un hermoso caos a través de sus notas, muy bien ejecutadas y con mucho virtuosismo por parte del músico. Pero como nada es para siempre, ese caos se diluye y se transforma en una transición hacia el porvenir con “Cristalización”, fusionando sonidos que evocan naturaleza, un tanto folk y un poco jazz, que crean una contundente textura sonora donde la guitarra es el acompañamiento perfecto.
“Sagax (El Momento)” y “Regresión (El Pasado)”, una dupla que, a mi parecer, nos acerca cada vez más a la médula del disco. En ellas encontramos los dos extremos, uno muy frenético, netamente orientado al metal progresivo que NADA debe envidiar a grandes bandas, sonidos que Barrera hace suyos con sus riffs rápidos e inquietos; para luego llevarnos a un paisaje más clásico con notas alargadas, agudas y que acompañan a la batería como si fuera una danza, cargado de nostalgia -imposible no relacionarlo con la carátula del disco-, para finalmente terminar con un tic tac de reloj.
Tal como afirma la consigna del disco, donde el tiempo no es lineal, sino que es una experiencia simultánea, en “Observando Estrellas Muertas” se reafirma esa perspectiva, con sus vaivenes y alta complejidad muy bien logrados, desplegando todo su talento en compañía de Diego Encina (batería) y Joaquín Delgadillo (bajo y contrabajo), incorporando técnicas no convencionales de ejecución, logrando un single que es el clímax del disco.
Con “Raíz” y “Alter Vu” nos despedimos del disco, canciones que traen consigo una atmósfera más despejada, pero sin dejar de lado el tinte melancólico, poniendo especial cuidado en la sensibilidad de sus cuerdas, con sonidos más definidos y una estructura musical que se te queda en la cabeza, con ganas de más y que te dejan la puerta abierta a querer escuchar el disco completo nuevamente desde el la primera pista, ¿por qué? porque es realmente un disco contínuo y sin tiempo.
Motivaciones que trascienden líneas temporales
Hacer música en un mundo donde lo novedoso o lo auténtico cuesta cada día más, parece ser toda una hazaña, ya sea por la sobre estimulación de sentidos o por el abuso de tecnologías, pero para Danny Barrera eso ya fue un obstáculo superado, porque el desafío de crear su primer disco solista ya es una realidad.
La fusión lograda en ‘Injertos del Tiempo’, entre metal progresivo, folk, jazz, algunos acordes setenteros más clásicos y otros que vuelan la cabeza porque son completamente inesperados y frescos, se convierte en un punto alto para la escena del metal, y no solo nacional.
Sinceramente espero que sea un punto de partida para nuevos momentos en su carrera solista porque lo que propone es excepcional, haciendo de este álbum un ejemplo de los sonidos que son netamente suyos. Además, es doblemente valioso, pensando en nuestro contexto nacional, donde el arte sufre de ser precario y no una prioridad, nos alegra mucho poder ser testigos de una obra de arte que surge del deseo más genuino y profundo, como es el hacer realidad algo que está en tus ideas.
