Con una puntualidad de relojería, el jueves 5 de diciembre a las 21:00, el señor Steve Vai salía al escenario de un Teatro Caupolicán lleno, pero no repleto, de fanáticos del sonido del guitarrista, quien con un desplante sin igual y con un ejército de guitarras a su haber, desarmaba la tranquilidad de un público muy pero muy pacífico y espectador, como pocas veces se ve en un concierto de rock.
Con un comienzo demoledor a cargo de canciones como “Racing The Word”, “Velorum” y “Building The Church”, Vai demuestra que es un extraterrestre en una tierra de entumecidos y rígidos aficionados a la guitarra, que ante cada cambio de ritmo e impresionantes variantes de los dedos del estadounidense, quedaban atónitos y, como ya es costumbre en este tipo de conciertos, alzaban sus cámaras más que las manos, una señal de alabanza que es “muy importante” dado que, al parecer, tiene más valor subir un borroso video a Youtube, que agitar los brazos para demostrar el fervor ante un artista.
Ya avanzando en el concierto, Vai saluda a los asistentes indicando que tocarán por 6 horas, lo que hubiese cumplido tranquilamente, viendo la comodidad en la que se desenvolvía el artista, tocando cada tema con largas improvisaciones de acoples, ruidos y shred, en una mezcla con tanta pirotecnia que de a poco comenzaba a agotar, debido más que nada a la nula respuesta del hipnotizado público y, por sobre todo a la poca interacción de Steve Vai con su banda que, como es común para los guitarristas en solitario, pasa a un plano casi inexistente frente al virtuosismo innegable de un músico que ha inventado una huella propia y que como se vio ayer, es imposible alcanzar.
Así, el músico en los espacios entre sus temas, saluda y conversa con los fanáticos, se toma fotos con la cámara de uno de ellos, recibe regalos y demuestra que la simpatía que tiene es casi tan poderosa como los solos que ejecuta.
Pasando por un solo acústico del segundo guitarrista Dave Weiner, el show continua con improvisados juegos con el baterista, los que a pesar de ser impresionantes, no resultan mucho, ya que el talento de Vai está a años luz de cualquier banda que lo pudiera acompañar, razón por la cual se entiende que la fusión de rock, peso y potencia musical como un todo, no se ve ni se verá en el horizonte de Steve Vai. Que no se malentienda, solamente es hacer notar que más allá de la calidad de los compañeros, sus aportes no son más que una base para que el virtuoso se luzca, y es lo que se espera de este tipo de show.
Cerca de la mitad del show, el músico cambia a su guitarra acústica, donde incluso se da el tiempo de cantar, dándole un toque distinto a su presentación, con una onda y un feelling más tranquilo pero con un frenetismo acostumbrado al finalizar cada canción.
Ya terminando esta etapa, la sorpresa viene con un Steve Vai vestido con un traje de luces LED, rayos laser, máscara y su Ibanez con luces en el diapasón, digno de una escena futurista-ochentera y de “The Ultra Zone”, con un solo impresionante y un volumen ensordecedor, dejando a todos sin habla, alucinando ante la visión de un eximio robot frente a las cuerdas.
Ya finalizando el show, con la intención de “crear una canción”, Vai llama a dos inocentes fanáticos al escenario quienes, embebidos por la emoción y sin entender casi nada de lo que Steve les habla, intentaban comunicarse con el artista quien a su vez trataba de explicarles que debían crear ritmos en la batería, bajo, guitarra y una melodía para Vai (notable fue el diálogo con la chica “What’s your name? – No hablo inglés…”, una escena de culto). Después de unos 20 minutos de risas y de vergüenza ajena, finalmente Vai termina por improvisar un nuevo tema, para finalizar con la infaltable e impresionante “For The Love Of God” y el remate de “Fire Garden Suite: Taurus Bulba”, cerrando así 2 horas y 50 minutos de show, con un talento indiscutible y una simpatía que hasta los más queridos músicos de este país envidiarían.
Todo lo anterior es un sinnúmero de situaciones y sensaciones que se vivieron en una noche donde el soundtrack de la jornada fue el siguiente setlist:
Setlist, Steve Vai, The Story Of Light Tour, 5 de diciembre de 2013, Teatro Caupolicán, Santiago, Chile:
- Racing The World
- Velorum
- Building The Church
- Tender Surrender
- Gravity Storm
- The Trillium’s Launch (canción de Dave Weiner, segunda guitarra)
- Weeping China Doll
- Answers
- The Animal
- Whispering A Prayer
- The Audience Is Listening
- The Moon And I / Rescue Me Or Bury Me (Set Acústico)
- Sisters / Salamanders In The Sun (Set Acústico)
- Treasure Island / Fire Garden Suite II – Pusa Road (Set Acústico)
- Solo de Jeremy Colson (batería)
- The Ultra Zone
- Frank
- Build Me A Song
- For The Love Of God
- Fire Garden Suite IV – Taurus Bulba
Steve Vai es una máquina, pero una que puede lograr inigualables sensaciones y sonidos a través de su desmedida pasión por la guitarra. Cargado de energía, desplante y excentricidad, el virtuoso es capaz de armar un show intenso que, aunque es recargado, entretiene y genera un lazo íntimo con sus fans, quienes se mantuvieron absortos en un mundo que por un buen rato dejó la faz de la tierra.
Fotos: Facebook de Chileanskies por Julio Celis Fredes
Augusto Maldonado Sudy
07/12/2013 at 18:20
Hola, ven que si comento a veces?
Daniel Bloomfield Polloni
08/12/2013 at 13:51
Lo más notable fue cuando el compadre que subieron al escenario desafio a Steve Vai
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