Mark Lanegan ha tenido un año bien intenso y con varios proyectos a su haber, a pesar de ser un músico que no goza de gran popularidad, es alguien que no se cansa de producir ni de estar al día con el avance de la escena musical. Es por eso que decidió llevar a cabo este nuevo álbum de estudio llamado Phantom Radio, que tiene como particularidad la incorporación de un smartphone en sus composiciones . Sí, lees bien, algunos de los sonidos que escucharás en este disco provienen de una aplicación para teléfonos inteligentes que imita los sonidos de los instrumentos.
“Harvest Home” es el single que nos da la bienvenida, con una guitarra justa y precisa que, a modo de introducción, es una canción que fue perfectamente escogida para este inicio, porque en ella resume varios de los talentos que posee Lanegan: una voz envidiablemente áspera y afinada, ritmos que podrían caer en el límite del pop, pero que la guitarra se encarga de teñirlos de rock, y una letra lúgubre que concuerda con su tono grave. Luego viene “Judgement Time”, que se destaca por sacar provecho a su inconfundible voz, con un ritmo algo funerario y una atmósfera gris que se conjuga con los sonidos sintéticos de fondo. Es una canción de poca duración, pero necesaria para establecer una transición frente a lo que vendrá.
“The Killing Season”, el tercer corte, se presenta con sonidos más festivos, una batería que clasificaría como trip-hop y una voz que se acopla a sus ritmos. Quizás suene extraño que Lanegan haga un tema como este, pero la verdad es que no es para nada incómodo y deja en evidencia la utilización de sonidos provenientes de su smartphone. Es el turno de “Seventh Day”, que cuenta con un juego de voces durante toda la canción, lo que hace que la armonía creada sea muy agradable. A pesar de ello, el tema puede tornarse largo y monótono porque ocupa muchas repeticiones. Lo más destacable de ella es que incluye un solo de aplicación de celular (¿habrá que empezar a acostumbrarse a este tipo de denominaciones?) que se asemeja a un órgano Casio de los 90’s.
“I Am The Wolf” es el quinto tema y como bien lo dice su nombre, es más rudo que los anteriores. Oscura y melancólica, la guitarra deja en evidencia ese sucio sonido que indica el cambio de acorde, una voz que invoca los pensamientos más ocultos de nuestro ser y un toque sutil que nos remite a las canciones del viejo oeste. Si hubiese que elegir una canción dentro del disco, sin duda esta sería la preferida para esta humilde servidora. Con ella podemos recordar al Lanegan de todos los tiempos, con la esencia que ha cultivado hasta el día de hoy. “Torn Red Heart” es la balada, el lado romántico que posee el álbum. Si gustas de aquellos sentimientos vinculados con el amor y el desamor, esta canción es perfecta para ti porque la desolación se hace presente en una melodía marcada por los sonidos sintéticos y una voz un poco más aguda que lo habitual.
“Waltzing In Blue” viene a dar reminiscencias del pasado del cantante; si te recuerda a sus antiguos trabajos se debe a la cadencia lenta pero constante de todos los instrumentos contenidos. Al final de ella se puede apreciar la angustia que busca Lanegan con la letanía provocada por su voz, buscando alargar hasta el infinito las letras y notas. “The Wild People”, la octava pista del disco, es más bien una historia que pareciera ser sacada de un mal sueño, como si se tratase de un musical de terror donde los finales deben ser sangrientos. La voz es la gran protagonista; sin ella no sería lo mismo, a pesar de que sigue la línea melódica del ligero sonido que hay detrás de la composición, transformándose en su guía.
“Floor Of The Ocean” se caracteriza por sonidos más eléctricos que nos recuerdan el New Wave, pero con el adormecimiento que Lanegan maneja a la perfección. Si lo llevamos a un extremo, esta podría ser la canción bailable del álbum, dejando entrever las influencias que ha tenido en cantautor durante su vida, con la dificultad de no dejar de lado su esencia.
Y llegamos al final del disco, “Death Trip To Tulsa”: contrasta con la anterior al tener un comienzo más duro, con sonidos ásperos tanto en la guitarra como en la voz. Desde la mitad de la canción en adelante, se vuelve notoria la utilización de los sonidos sintéticosy agudos, creando un complemento ecléctico que, junto a la batería se transforma en un pasaje al trance. Es un buen cierre de álbum, conjugando varios de los sonidos y recursos utilizados en las canciones anteriores, pero sin la necesidad de caer en la exageración.
El sello realizó dos versiones del disco, la que acabas de leer y una Deluxe Version, que incluye cinco temas aparte de los ya mencionados. El track número 11 corresponde a “Dry Iced”, que comienza con una melodía rítmica y que nos recuerda el New Wave, transformándose en algo más sombrío al integrar la voz del cantante; un tema que da un reinicio a lo ya concretado con diez temas anteriores. Luego viene “No Bells On Sunday”, un tema más pausado y que nos recuerda a los 90’s con ese límite indescriptible entre el rock y el pop.
“Sad Lover” es un tema frenético y con un marcado ritmo de batería que no deja de sonar. Es el momento más bailable del disco y se torna difícil el poder reconocer la influencia de Lanegan en él porque hasta la voz es más aguda que lo normal. El penúltimo corte corresponde a “Jonas Pap”, donde uno se pregunta el porqué lo habrán dejado fuera de la versión original, contiene mucha esencia y una guitarra que no deja de acompañar a la voz, es una composición simple pero llena de emotividad, recordándonos su época más grunge. Y llegamos al último tema, “Smokestack Magic”, que está muy acorde con lo que resultó ser el disco, también es una buena composición que otorga un cierre definitivo a esta búsqueda de nuevos sonidos por parte de Lanegan.
Mark Lanegan Band lanzó su último álbum el 2012 con Funeral Blues, el cuál fue mucho más concreto y capaz de poder crear una línea que unificara el trabajo. En este nuevo proyecto vemos un sinfín de contrastes, donde se topan lo rítmico con la sobriedad, la nostalgia de las letras con el sonido eléctrico, pero no por eso deja de ser un merecedor sucesor de lo que fue el disco anterior. Claramente hay algo entre ellos que los contiene, nos referimos a la decadencia intrínseca y oscura que destaca el trabajo del cantante.
Como si se tratase de una experimentación, Phantom Radio deja en evidencia de que Lanegan se atrevió a hacer lo que en su mente curiosa y sin límites existe, sin temor a las críticas y sin tener que responderle a nadie. Así, sin más, llevó a cabo un proyecto que no cualquiera podría haber finalizado, porque no es fácil convencer a un sello discográfico de algo como esto, donde uno de los instrumentos base del disco es un teléfono celular y donde no tendrás prefijo alguno que defina tu trabajo porque es lo suficientemente abierto y ecléctico como para poder ser catalogado. No es un buen ni mal trabajo, pero sí fue logrado el cometido; quizás lo malo podría estar en que algunos extrañen al cantante de antaño, pero la verdad es que es bastante agradable ver en lo que se está convirtiendo hoy, porque no es fácil superar las barreras del éxito que algún día tuvo.