El Teatro Nescafé de las Artes contaba con dotación completa, y los eufóricos asistentes se encargaron de otorgar la atmósfera perfecta a la primera presentación del destacado Robert Glasper en nuestro país. Bajo el ala del Ciclo Santiago Fusión, el tejano venía a presentar un espectáculo lleno de Jazz, R&B y Soul del más alto nivel; en un show que con casi 2 horas de extensión dejó claro el porqué es uno de los ejecutantes más destacados en la escena de la música afroamericana contemporánea.
Pasadas las 21:00 horas entraban los músicos al escenario, entre la ovación del público ya a estas alturas ansioso de poder escuchar los primeros acordes, enfrentándose de inmediato a la presencia de Casey Benjamin, quien comienza a demostrar su talento en una extensa introducción compuesta de su voz distorsionada junto a sonidos ambientales, todo mientras el protagonista de la jornada presentaba problemas de sonido y mostraba su clara molestia al respecto. Sin embargo esto no fue impedimento para que la agrupación desplegara toda su potencia, y terminar este corte inicial con un glorioso quiebre de Saxofón.
Glasper se hace acompañar por artistas de potencial enorme y queda demostrado con las intervenciones de Mark Colenburg, un monstruo de la batería que sacaba aplausos cada vez que se lucía con sus Fills y polirritmia asesina, donde incuso se dio el lujo de marcar ritmos y tempos intrincados con una mano en un juego de redobles mientras el mismo Glasper en el piano explotaba arreglos minimalistas que hacían que sus músicos se lucieran aún más. Así, la batería y el piano se mezclan bajo el manto de sonidos electrónicos generando un groove de ritmo envolvente en un momento alucinante. Colemburg inmutable y Burniss Travis en el bajo rellena los espacios mientras Casey Benjamin retorna al escenario a fusionar extractos de “Broken Wings” de Mr. Mister con la propia “Let it Ride”; obviamente, los aplausos no se hicieron esperar y llenaron el recinto bajo el asombro de los norteamericanos.
Al mismo tiempo que nos sorprendíamos con el nivel de experimentación e improvisación impregnado en el ADN de Robert Glasper Experiment, también tuvimos un momento para disfrutar de un Jazz mucho más tradicional, con segmentos de bajo suaves y relajantes que fueron evolucionando gracias a la destreza a cargo de las teclas y nuevas intervenciones en el saxofón por parte de un desatado Casey.
A estas alturas habíamos visto lucirse a tres de los cuatro presentes, y un solo de bajo acompañado de las espontáneas palmas de la audiencia completó el circulo, momento en que el resto de los músicos ingresaron y la armonía comenzó a tomar forma, generando una reacción de los asistentes al reconocer la notable “Lovely Day”, una polimerización perfecta entre Hip-Hop, Jazz y Soul.
El penúltimo segmento de la velada fue adornado por las dulces melodías de “Everybody Loves the Sunshine” que se esfumaba entre los acordes de “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana y fragmentos de “Call”, uno de los puntos más altos de la noche. Ante un agitado público, los músicos dejan el escenario haciendo entender que el concierto empezaba a finalizar.
Ya en el Encore, el piano se vuelve un protagonista hiperquinético donde podemos ver la improvisación en su estado más puro, con una incesante conversación entre las teclas y el saxo, rodeados por la atmósfera oscura del bajo y el dinamismo único en la batería. El broche de oro a una cita ilustre.
Robert Glasper Experiment y su presentación fue un trance, un viaje por las aristas de la música negra acompañado siempre por el talento y la experimentación de cerebros jóvenes capaces de transformar viejos conocidos en una experiencia completamente nueva, en una didáctica forma de explotar los sonidos de la base musical de ritmos tan tradicionales como el Jazz y llevarlos fuera de su zona de confort; incorporando tecnología y nuevas ideas, a veces se puede llegar a niveles excepcionales y, en este show, fuimos testigos de aquello.
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