A pesar de que una constante al hablar de conciertos es evitar hacer exageraciones, es difícil no decir que el show de Gojira en el Teatro Caupolicán es uno de los mejores shows de metal que hemos presenciado en la última década, al menos. Sólidos y aplacadores, lograron cautivar a una audiencia que repletó el recinto desde muy temprano.
Pero vamos por partes. Los primeros en salir a escena fueron los nacionales de Mawiza (antes conocidos como Nunca Seremos Dichosos), quienes sonando bastante fuerte, con una buena puesta en escena y dominio del escenario, fueron recibidos de gran manera por el público. Al son de sus versos en mapudungún y su innovadora mezcla de metal y música de raíces mapuches, animaron la espera con temas como “Mawiza Ñi Piwke”, “¡¡Nunca!!” y “Kütxal”. Lamentablemente presentaron algunos problemas de sonido que los desconcentraron hacia el final de su presentación, pero de todas maneras esto no logró empañar su actuación concisa y atractiva.
Luego, tras más de 30 minutos de música ambiental y un gran telón desplegado delante del escenario sobre el que se proyectaba el logo de la banda, que no hizo más que calentar los ánimos para el acto principal de la noche, una cuenta regresiva desde 180 desató el caos en la cancha con los primeros acordes de “Born For One Thing”, un mazazo auditivo que al ritmo de flashes que proyectaban las siluetas de la banda fue una declaración directa de lo que se viviría en la siguiente hora y media.
Casi sin pausas entre canciones, Gojira repasó enseguida 2 temazos de su catálogo ya más antiguo: “Backbone” y “Flying Whales”, los que intercalados con “Stranded” y “The Cell” sirvieron para destacar la evolución de su sonido desde una intensidad más brutal, casi elemental, hasta su línea melódica moderna, que se presenta más refinada, pero sigue siendo demoledora.
Con sendos juegos de luces, con una coordinación que casi recordaba a los shows de Meshuggah, el setlist de la noche se enfocó principalmente en los temas de la última placa de la banda, ‘Fortitude’, pero sin dejar fuera a discos anteriores como ‘L’Enfant Sauvage’ o ‘The Way of All Flesh’. A medida que avanzaban los temas, fue evidente también cómo la banda se fue relajando, siendo acogida con los brazos abiertos por el público, con los hermanos Duplantier mostrándose cada vez más lúdicos y compenetrados con los presentes. Mario Duplantier hasta se dio el tiempo de bromear con un cartel que pedía al público cantar “MÁS FUERTE POR LA CHUCHA”.
Siendo su primera visita a Chile en solitario, las expectativas del show eran altas, sobre todo respecto al difícil apartado del sonido; no todas las bandas logran sonar fuerte y bien de forma simultánea. Pero en el caso de Gojira no hubo problemas en este aspecto: cada instrumento se distinguió de forma clara, tanto como era posible ante el alto volumen del público. La batería se escuchó fuerte y robusta, la guitarra de Christian Andreu muy definida y ni hablar de la voz de Joe Duplantier, prístina cuando era necesario y vigorosa el resto del tiempo.
¿Cómo elegir los momentos altos de la noche cuándo todo fue fenomenal? Compleja tarea, pero si hubiese que elegir, sin duda hay que destacar las interpretaciones de “Silvera”, “Another World”, “L’Enfant Sauvage” y “The Chant”, con el Caupolicán completo volcado a corear las voces de apoyo a todo pulmón, las que se extendieron más allá del final de la canción.
Tras una breve salida del escenario tras interpretar “The Gift Of Guilt”, el cierre lo trajeron “New Found” y “Amazonia”, dando el broche a una noche intensa y agotadora que fue una inyección de puro metal de primera categoría a la vena, justificando por completo el lugar de honor que tiene Gojira como uno de los actos más importantes del presente.
Fotografías por @el.eme. Gentileza de Lotus Producciones
