¿Qué pasaba ayer martes a nivel de espectáculos en Santiago? Por un lado teníamos en el Estadio Nacional que ni más ni menos al némesis de muchos rockeros: Justin Bieber y, por otro lado, en el Movistar Arena había otro “festival” de corte alternativo. Pero las productoras entendieron en esta oportunidad que los públicos son distintos y programaron otro evento inolvidable pensado para todos aquellos que disfrutan con torcer el cuello al ritmo de riffs intensos.
Meshuggah llegó por primera vez a Chile, para entregar un show completamente demoledor a aproximadamente 4.000 asistentes que, puntualmente a las 21:00 hrs. de ayer martes 12 de noviembre, vieron recompensada a cabalidad la espera de muchos años con la llegada deuna banda fundamental en la evolución del panorama metalero actual.
Con un setlist conformado principalmente por una selección de temas de sus trabajos de los últimos 10 años, con una alta presencia de cortes de Catch 33 (2006), obZen (2008) y su más reciente trabajo Koloss (2012), los suecos demostraron en vivo que el metal puede ser prolijo, demoledor y a la vez inteligente y, además, que la superioridad técnica, correctamente orientada y enfocada, se traduce en un perfecto sonido enfermo capaz de congregar a una multitud expectante, algo que no puede lograrse sin resguardar que el audio sea pulcro y bien estudiado para el recinto (por lo menos así se sintió desde la cancha).
La música de Meshuggah es intensa y vertiginosa, y por lo mismo es necesario hacer una mención especial a la iluminación de la jornada que es, fue y seguirá siendo el complemento perfecto para reforzar estos conceptos y para comenzar a desarrollar epilepsia. Creo que todos conocen la razón tras bambalinas.
Si bien la interacción de la banda con el público fue mínima durante el show, se justificaba sin discusión al contemplar la concentración de Fredrik Thordendal y Mårten Hagström en las guitarras, Dick Lövgren en el bajo y la complejidad de la propuesta de Tomas Haake en la penumbra de la batería, dando espacio para que Jens Kidman marcara el paso de los movimientos de la concurrencia, se refiriera a que por fin pudieron concretar esta visita, al rumor de que el público chileno es mejor audiencia del mundo y, por supuesto, a desgastar sus cuerdas vocales.
El Teatro Caupolicán muchas veces ha recibido al metal y sus cabeceos, pero pocas veces los asistentes logran la sincronía que se vio anoche con Meshuggah, donde todos, en un acto de simplificación de la intrincada rítmica de las canciones, se unieron en un headbanging masivo durante varios momentos de la cita de 90 minutos con el metal extremo.
La noche siempre estuvo cargada de dinamismo, así fue desde el inicio del show, pero el ritmo era difícil de mantener para el público (a excepción de los más extasiados). Sin embargo, luego la temprana pausa, los suecos pusieron en el escenario un extracto de Catch 33 (2006), con “Mind’s Mirrors” y las dos partes de “In Death”, lo que se sintió como si el concierto estuviera recién iniciándose, dada la explosión energética de la concurrencia, lo que marcó un final potente, pero con gusto a poco, algo a lo que me refiero más adelante.
Setlist, Meshuggah, 12 de noviembre de 2013, Teatro Caupolicán, Santiago, Chile:
- Swarm
- Combustion
- Rational Gaze
- obZen
- Lethargica
- Do Not Look Down
- The Hurt that Finds You First
- I Am Colossus
- Bleed
- Demiurge
- New Millennium Cyanide Christ
- Dancers to a Discordant System
Encore
- Mind’s Mirrors
- In Death – Is Life
- In Death – Is Death
Si, fue una presentación perfecta, sin puntos bajos y tan intensa que se acabó en un abrir y cerrar de ojos. Por esa razón, no puedo dejar de mencionar los casi 15 minutos de ovación una vez terminada la presentación, donde más de la mitad de los asistentes no dejó sus lugares ante la esperanza de que la banda saliera a interpretar algún regalo para los fans, como “Future Breed Machine”, que fue la más requerida al final de la noche, pero sólo logramos que Meshuggah apareciera una vez más en el escenario para despedirse y tomarse fotos con sus efusivos fanáticos.
El show de Meshuggah tiene más que ver con el bloque sonoro que la banda genera, quedando poco espacio hay para las individualidades, pero esto no es una falencia, al contrario, es una experiencia completa que, considerando obviamente la iluminación y la misma propuesta musical, te envuelve y, sin exagerar, se cala en los huesos, dando paso a un trance que todos los asistentes vivieron y que esperamos se repita más de una vez, porque estoy seguro que muchos se quedaron fuera de esta verdadera fiesta del metal extremo.
Foto: Yerko Galinovic – Rock&Click. Tendremos nuestras propias fotos, el día que la productora Transistor responda nuestros correos.
Matias Fur da Zëss
13/11/2013 at 19:30
todavía estoy aweonao con el show y claro, sin mencionar la tortícolis… no entiendo nada, me siento desorientado y por la rechucha que se hizo corto el concierto :c
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