Finalmente ‘10,000 Days’ (2006) no se transformó en ninguna profecía, pero nunca sabremos si los casi 4.800 días de espera tuvieron algún significado oculto o numerológico. Bueno, son sólo más especulaciones. Pero aterrizando el tema y analizando esta particular situación desde un punto de vista musical y también sociológico, podemos llegar a algunas conclusiones bastante interesantes respecto de ‘Fear Inoculum’, el nuevo trabajo de Tool.
Como sabemos, el silencio en música es tan importante como el sonido y definitivamente estos trece años de ausencia discográfica son prueba de esa premisa. Este vacío adquirió un carácter totalmente artístico, casi como un silencio dentro de un compás. A propósito o no, con el correr de los años, se encargaron de inocular la ansiedad y la incertidumbre entre sus fanáticos, provocando también momentos de ira, hasta el punto de incomodar de forma personal a algunos miembros de la banda, según confeso Adam Jones recientemente. Todo es reflejo de lo que provoca Tool en las psiquis de sus seguidores más intransigentes. A decir verdad, la banda logró estar siempre presente, pero sin nada nuevo. ¿Cómo lo hicieron? La respuesta es simple: Transgrediendo como siempre los pactos del rock tradicional.
Agosto se ha transformado en el mes de las revelaciones, con la liberación de toda su discografía en formato digital y streaming, además del anuncio formal de su nuevo trabajo y el reciente estreno del primer y único single. Finalmente ayer 3o de agosto del 2019 tenemos la suerte de oír por primera vez y de forma íntegra lo nuevo y tan esperado de la agrupación de Los Ángeles, por lo cual pasaremos a compartir con ustedes nuestra apreciación respecto de este trabajo, tratando por supuesto, de ser lo más objetivos posible.
“Fear Inoculum” abre el disco de una forma muy sutil, poniéndonos de inmediato en un estado casi meditativo, con una progresión de acordes hipnótica y una percusión con claras influencias de la música hindú. La voz de Maynard James Keenan suena delicada, fina, hasta el punto de la fragilidad, pero también en constante mutación, completamente en sincronía con los ritmos y la complejidad de los riffs de guitarra del gran Adam Jones, principal compositor de la banda. “Pneuma” es un respiro, con una atmósfera completamente distinta a su antecesora. A pesar de su métrica compleja, este nuevo riff nos conduce por senderos más místicos y a la vez pedregosos.
Tool nos devela un espíritu más vivo y poderoso que nunca, si bien, menos joven y agresivo que antes, mucho más equilibrado y templado, digno de un sabio anciano o un monje tibetano. “Invincible” es un corte más cerebral en su constructo. Los arpegios y rifss de guitarra claramente van por un camino netamente progresivo, donde el desarrollo armónico va a la par con el rítmico. Danny Carey logra mezclar magistralmente polirítmias, métricas complicadas, simpleza y fluidez, todo en una misma fórmula, creando el elemento rítmico distintivo, como si fuese el alquimista de la banda. Claramente este track es uno de los puntos más altos y sólidos del disco, destacando el notable contrapunto grupal a final del tema.
Con “Descending” se sumergen en el vasto terreno de las emociones, principalmente en la desolación, inducida desde el inicio por ese sonido similar al de olas llegando al rompiente. Justin Chancellor, con ese sonido único en el bajo, ejecuta los primeros arpegios en las cuerdas más altas, asemejándose a una guitarra y haciendo posible que Jones desarrolle sus melodías cargadas de sentimiento. Es notable aquel 7/8 del último tercio de la canción, nada sobra, ni un efecto, ni una nota. El primer solo de guitarra llega a ser impresionantemente simple y a la vez perfecto. Una vez más, Carey es protagonista aportando dramatismo a la interpretación.
“Culling Voices” es quizás la canción más simple del disco, con un único riff hipnótico que se repite hasta el final en constante crecimiento, aumentando el nivel y la potencia hacia el final de la canción. “Chocolate Chip Trip” es un caso aparte. Claramente no es una canción. Es un espacio donde nos dejan en claro que la batería de Danny Carey no es solo un instrumento de acompañamiento más, si no, una pieza fundamental en este intrincado rompecabezas.
Para finalizar, “7empest” nos lleva de vuelta al 2006 y nos demuestra lo subjetiva que es la apreciación del tiempo. Sonando como en su época de apogeo, como si el tiempo no hubiese pasado, la banda declara sus principios, violentamente, como una tormenta eléctrica dejándose caer de forma implacable. La batería y el bajo nos atrapan en una atmósfera absoluta, narcótica y magnética, mientras Jones nos entrega el segundo y más extenso de sus solos de guitarra. Escuchamos el nítido y cristalino momento del climax que todo fanático esperaba tácitamente. Es el poderoso y directo sonido clásico de la banda, es el Keenan de siempre, histriónico y ecléctico. Tool está de vuelta.
‘Fear Inoculum’ es pura dualidad, condensa el minimalismo y lo sublime, la extravagancia y la simetría de Fibonacci, la transparencia y lo oculto, tal como debe haber quienes aman u odian este nuevo trabajo. Lo que no se puede negar, que por donde se le aprecie, es una obra de arte, de comienzo a fin y por supuesto, no dejará a nadie indiferente.
Igor Andres Trujillo Fuentes
31/08/2019 at 11:59
3 palabras, DISCO CULIAO BUENO!!!
Anibal Villarroel
31/08/2019 at 20:30
Benjamín Asenjo Valladares
Rosa Gabriela Valdes
11/09/2019 at 18:28
Me encanto!!!