Hace casi 2 meses nuestros oídos recibieron el primer trabajo solista de Mauricio “Maui” Olivares, bajo el proyecto denominado Primal Frequency, y después de muchas repeticiones y un sinnúmero de otras situaciones, vengo a dejar acá mi opinión de un disco que, personalmente no he dejado de escuchar desde el día que salió.
Primero que todo, quiero partir diciendo que conozco a “Maui” hace años y he tenido la oportunidad de conversar con él sobre diversos temas además de música, y aun teniendo eso en consideración, creo que mi visión sobre este disco no está viciada y efectivamente considero que es un álbum al cual muchos deberían volcarse porque es un sinónimo de atrevimiento, eclecticismo y libertad.
Todo comienza con “Bosque Nativo”, un corte que perfectamente podría ser en tramos uno de los grandes temas de Los Jaivas, especialmente por los pianos que tienen bastante protagonismo, junto al indiscutible ritmo folclórico, pero que gira hacia el jazz y el progresivo en su tramo central para rematar con un solo de guitarra emocionante y oscuro, de la mano del reconocido Benjamín Lechuga, mientras los sonidos de una fogata toman el control.
“Amore” es un corte absolutamente íntimo, especialmente por la atmósfera creada por el saxo de Klauus B, la bella voz de Solange Sosa y el bajo de Tomas Díaz; y si a todo esto le sumamos el ascenso del tema hacia una forma más sinfónica y gigante, tenemos uno de los temas mejor producidos y emocionantes del disco. Además, en su inicio y aunque no tenga nada que ver, me recuerda aquellas tranquilas piezas del soundtrack de Donkey Kong Country como “Stick Brush Symphony” o “Aquatic Ambience”. No sé si fue intencional, pero tampoco me extrañaría que si lo fuera. Si, soy bastante viejo y juego videojuegos desde hace mucho.
Por otro lado, “Átomo” es, si me preguntas, precisamente eso: algo tan relevante, enorme e ínfimo a la vez, que no puedo definirlo con claridad. Es un corte instrumental radicado en entre lo etéreo y lo científico, al mismo tiempo que se siente orgánico, natural y vivo; es uno de los cortes más experimentales y, como dije antes, ecléctico, ya que fusiona elementos electrónicos con otros más tradicionales como el charango y el ronroco a cargo de Álvaro Quisbert. Y así se te pasan rápidamente más de 7 minutos en un mundo que no es posible entender a simple vista.
“Kings of Light” se va sin tapujos al otro extremo: directa, firme y con una energía que hasta el momento no habíamos apreciado. Este corte es aquel que, a mi parecer, hace más presente las influencias, como Muse, Devin Townsend e incluso la propuesta más reciente de Frost*. Por lo mismo se hace innegable el trabajo de Mauricio Catalán en las guitarras rítmicas, de Gabriel Hidalgo en los solos de guitarra y las voces a cargo de Paulo Domic. Con esos nombres ya puedes tener claro qué es lo que este tema aporta.
“Caos Galáctico” también nos lleva a ese espacio experimental de Mauricio Olivares qué, desde la indefinición y una mezcla densa de elementos electrónicos, sonidos ambientales, ruido, baterías improvisadas, nos lleva a un rompecabezas que comienza a juntar sus piezas para aterrizar en el Jazz, y evolucionar lo suficiente para hacerlo calzar en un corte que representa sin dudas al Rock Progresivo más clásico, en el cual destacan la guitarra de Rodrigo ‘Rocko’ Miranda y los vientos de Klauus B, el bajo de Alonso Poblete y los ritmos de Vincent Txalkán, corte que luego se diluye para retomar y terminar en la misma vorágine inicial. Puede que suene ilógico lo que digo, pero tiene más sentido al oír el tema.
“8-Bit Madness” es una ñoñería sin tapujos y una dosis de frenesí que se funda en aquellos sonidos de los videojuegos de antaño y actualmente repletan aquellas consolas destinadas a emular una experiencia clásica. Esta “locura” nos hace volver a momentos en que la frustración y la dificultad parecían dictar las reglas de lo que un juego debía ser. En ese contexto, Maui, nos entrega otro corte potente y, lo más importante, vertiginoso, en el cual resalta la inclusión de Claudio Cordero en las guitarras eléctricas, que bien se mezclan con los teclados de Olivares para homenajear a esa estética/estilo que representa a una época que se niega a desaparecer, ya que siempre regresa y muchos se encargan de preservar.
Bi-Polarity y la importancia de la libertad creativa
Este es el primer disco del proyecto Primal Frequency; al mismo tiempo el inicio de la historia solista de Mauricio Olivares y en ambos casos el resultado es de aquellos que dan gusto, porque es una muestra de intenciones que va por lo alto, algo que se hace presente tanto en la composición y como en la producción de este trabajo, consiguiendo que ‘Bi-Polarity’ transite por muchos caminos que de alguna manera confluyen en un resultado muy, pero muy coherente.
Además tiene otro valor agregado, y es la capacidad de convocatoria de “Maui” para conseguir la participación de importantes nombres de la escena progresiva nacional y así darle vida a un disco diverso y altamente creativo, dónde, al menos a simple vista, no hay ataduras, restricciones, ni intenciones de crear algo que deje conforme a la mayoría.
Felicitamos desde ya a Mauricio y a su proyecto, del cual estamos seguros que tendremos más novedades, más pronto que tarde.
