Dice el dicho que más vale tarde que nunca, y en CLSK somos fuertes defensores de esa creencia. Es por eso que hoy les traemos el review de Lancuyen, el último disco de la banda chilena Hidalgo, lanzado hace un par de meses y que rápidamente se ganó un lugar en nuestros corazones melómanos.
A grandes rasgos, Lancuyén es un gran avance en el camino musical de la banda, un disco en que el protagonismo ya no es sólo de la guitarra sino que cada uno de sus cortes es un gran trabajo musical sobre el que aparece deslumbrante la maestría de Gabriel Hidalgo. En la misma línea, la banda se anotó un poroto con la incorporación de la guitarrista Cler Canifrú, quien además de aportar armonías y riffs con su instrumento tiene un par de momentos en los que hace lucir su voz.
El disco abre con el frenético corte “Sempuray”, que abre con una estructura simple que va creciendo hasta llegar a un entramado sonoro que sirve como base para una ágil línea melódica que termina acarreando todo. En “Lancuyen”, los sonidos latinos del comienzo nos preparan para una potente muralla sonora que es derribada pronto por los suaves coros de Cler, además de una base muy sutil de charango a la que se suman luego los acordes de Gabriel.
En “Wara” nos encontramos con un corte mucho más cercano al metal progresivo, aunque un poco más lento, en donde Pablo Stagnaro deslumbra en la batería, al igual que Mauricio Nader con una sólida línea de bajo. “Kunturi” retoma el frenesí y la guitarra eléctrica de Gabriel nuevamente se torna la protagonista indiscutida de la mano de un potente solo que cierra el tema.
En “Laikka” es nuevamente la dupla Nader/Stagnaro la que se luce estableciendo una robusta base sonora que a ratos se acelera y nos otorga algunos de los mejores segmentos del álbum. “Trufken Mapu” baja un poco las revoluciones y volvemos a escuchar los coros de Cler, un respiro necesario entre los virtuosos solos de Hidalgo.
“Mato Grosso” es sin duda alguna uno de los mejores temas del disco, una imponente catedral de heavy metal instrumental en donde cada uno de los integrantes de la banda tiene su momento para destacar; una canción que crece con cada escucha al ir descubriendo todas las capas que la componen. En “Thika” los elementos folklóricos se toman el centro de atención, principalmente en cada una de las secciones más lentas las cuales podemos escuchar con detalle cada uno de ellos.
“Kelt” es el encargado de cerrar la placa, un corte muy directo en donde confluyen de forma natural todos los elementos que ya hemos percibido con anterioridad: el coro femenino, una consistente base rítmica que ilumina con luz propia y, por supuesto, toda la habilidad de Gabriel Hidalgo en la guitarra. Es, junto con “Mato Grosso”, lo mejor de este trabajo.
En Lancuyén, Hidalgo muestra claras señales de madurez, entregando un álbum con un gran equilibrio entre cada una de sus partes; un disco para escuchar en repetidas ocasiones e ir descubriendo cada uno de los abundantes pequeños detalles que lo componen.
Marce Cubillos
08/09/2015 at 12:38
Discazo! 😉
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