De Magallanes para el mundo
Mientras en el exterior tocaba Molotov, el Teatro La Cúpula se disponía a presentar a Hielo Negro, otra de las bandas nacionales invitadas a ser parte de este magno festival. Con un show de 45 minutos, tuvieron que sortear dos desafíos: congregar al público, ya que la competencia horaria era potente, y lograr hacer un repaso de su extensa trayectoria en tan poco tiempo.
Como ya se sabe, los orígenes de la banda se remontan a la austral ciudad de Punta Arenas, por lo tanto era imprescindible la presencia de una bandera magallánica, alzada con orgullo mientras los sonidos del rock se mezclaban con la oscuridad del recinto. Hay que destacar algo, si bien el Lotus Stage no se logró llenar, los que estuvimos presentes esa tarde de sábado, fue porque de verdad queríamos disfrutar de su música y no estar ahí simplemente por estar.
Ellos fueron los encargados del rock a secas, matizado con toques de blues y sonidos stoner, acompañados de la buena acústica del lugar y los coros instantáneos que el público no podía esconder tras sus gargantas. El trío interpretó temas como “Lobo Estepario”, “Hijo del Diablo” y “Salamandra”, con una voz sucia y guitarras distorsionadas, encendiendo a todos los presentes, tanto en cancha como en gradería.
Esta no fue la presentación más excepcional en la historia de la banda, ya que hemos tenido la suerte de verlos en varias ocasiones, pero fue una tarde cargada de humildad y sencillez por parte de ellos, lo que siempre se agradece. Además, podemos decir con certeza y seguridad de que la frase dicha por su vocalista Marcelo Palma, “somos siempre los mismos”, toma valor en un contexto como el que les tocó. Es cierto que quedamos con ganas de más, pero para nuestra fortuna, podemos verlos continuamente en los bares de nuestra capital y mejor aún, en compañía de una cerveza bien fría.
Galería
Fotografías por Julio Celis