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Einar Solberg en Chile (2024): Una faceta siempre presente [CLSK Review + Galería]

En el minimalismo de la presentación de Einar Solberg pudimos ver la faceta más personal y sensible del artista, y los fundamentos de sus composiciones.

Por

Julio

Publicado el

15/05/2024

Quienes estuvieron presentes anoche en el Teatro Nescafé de las Artes sabían a lo que iban: a poner atención absoluta a uno de sus artistas favoritos, que haría versiones minimalistas de temas muy conocidos. Y eso fue tal cual lo que pasó en el pasado show de Einar Solberg en Chile.

América Paz abrió la velada con una presentación incluso más animada de lo que sería el show principal, quien, frente al público que iba llegando al recinto, realizó un espectáculo lo suficientemente interesante como para que todos quiene estuvimos ahí pudieramos disfrutar de una propuesta cargada de energía, de la mano de una perfecta ejecución, y “Mapuchill” fue una de las mejores muestras de propuesta.

Ya en el show principal, Einar Solberg, con una estampa sobria y una escenografía que no sería más que su piano y algunas luces, dejaría caer sobre nosotros, entre otros, cortes de Leprous en versiones más sencillas, pero dónde la voz del artista mantendría prácticamente la misma energía que en las versiones originales, lo que daba espacio para apreciar el impresionante registro vocal del noruego.

Las interpretaciones de “The Price”, “Castaway Angels” “The Flood”, “Slave”, “Echo” y “The Cloak” fueron muestra de su faceta más personal, quien, en su piano junto a su voz, supo crear atmósferas en que muchas veces permitió, o al menos para mi, sentir de forma más directa el mensaje instrospectivo que muchos de estos cortes llevan y, al mismo tiempo, sentirlas aún más vicerales.

Canción tras canción (a veces encadenadas), en el recinto siempre primó el silencio, excepto por algunos susurros de sorpresa al adivinar el siguiente tema y en los momentos en que Solberg terminaba una pieza para mirar durante unos momentos al público.

“Celestial Violence”, “Earth Song”, “Who Wants To Live Forever” y “Exit Music (For a Film)” fueron bellos covers en las cuales Solberg se manejó sin complicaciones y con una comodidad absoluta, lo que también se pudo ver en su manejo con los asistentes, con quienes interactuó más de lo que esperaba.

Solberg conoce a cabalidad estas creaciones y, en ese contexto, entiende perfectamente como acomodar los arreglos para que incluso canciones más pesadas funcionen y alcancen una nueva dimensión que estaba ahí, pero que era dificill de apreciar.

Y teniendo presente eso, me di cuenta que a ratos no estaba poniendo atención a asuntos técnicos, ya que las piezas de este rompecabezas, voz, piano y arreglos novedosos, calzaron siempre tan bien, que todo se convirtió en un lindo y cálido momento, más allá de que los asuntos que se estuvieran tratando en la letra de las caciones fueran profundos y difíciles.

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Dominando y domando sus creaciones

Es que a esta altura ya no sé si las canciones de Leprous tienen un origen minimalista que va tomando cuerpo o son desde su gestación colosos de energía, fuerza que Solberg supo canalizar hasta un punto muy pero muy amable, sencillo y sensible. Eso es algo que, personalmente pienso, es dificil de conseguir, y también me hace pensar en que esta faceta”simplificada” siempre está presente, solamente queda un poco oculta en otra dinámica instrumental.

Ahora, aún cuando el Teatro Nescafé de las Artes estuvo lejos de estar a su máxima capacidad, si me preguntas a mi, puedo decir que el show no fue un efecto especial para vender entradas, sino que realmente se sintió como una forma distinta de conocer a un artista, permitiendo entender todo lo que subyase en sus composiciones, navegando entre la técnica, difíciles vivencias personales, influencias, historias y aprendizajes que finalmente alimentan su motivación artística. Sin dudas es algo que unos pocos apreciarán por un buen tiempo.