El día de ayer nos enfrentamos a un notición: Alice In Chains regresa a Chile después de habernos dado un show inigualable el año 2011 en el Maquinaria Festival, pero esta vez será con la intención de mostrar su más reciente trabajo, The Devil Put Dinosaurs Here, placa que marca el regreso más que definitivo de los oriundos de Seattle (y que puedes oír al final de esta nota), pero esta vez las cosas son muy diferentes a lo que escucháramos el 2009, con Black Gives Way To Blue.
Primero que todo, hay que tener claro que este nuevo disco no llega de la mano con la expectación generada por su predecesor, es más, se convierte en una perfecta continuidad del aclamado álbum del año 2009, que en ese momento sería el encargado de volver a poner a Alice In Chains en el mapa, después de años de especulaciones y dudas respecto de si alguien podía o no reemplazar al largamente fallecido Layne Staley.
Y es todo lo anterior lo que genera problemas, de un modo y otro con The Devil Put Dinosaurs Here. Pero no vinimos a hablar del pasado, sino del futuro que marca esta nueva etapa de la banda: esta vez no hay dudas, no hay sorpresas, lo que podría interpretarse como malo, pero no lo es.
Alice In Chains ha dado un giro acercándose más hacia la siempre presente densidad de su música, actuando como un bloque compositivo donde poco priman las individualidades, algo que se puede apreciar sin mayores complicaciones al inicio del disco, con “Hollow”, “Pretty Done” y “Stone”, de las cuales dos fueron viejas conocidas y un temprano apronte de lo que Jerry Cantrell y compañía podrían entregarnos en esta oportunidad y que a su vez marcan la pauta para la mayor parte del disco.
Y aunque la monotonía es el elemento que prima, “Voices”, “Scalpel” y “Choke”, estratégicamente ubicadas a lo largo del disco, se convierten en verdaderas válvulas de escape dentro del asfixiante y pesado tenor de esta placa, haciendo presentes que los matices y el sentimentalismo no han quedado en el olvido, pero siempre al modo de Alice In Chains donde, de una u otra manera, explotará pronto esa energía desgarradora contenida en el envase que la disconformidad del grunge a la cual muchos se acostumbraron; pero estas pausas tampoco son lo más importante.
No olvidemos que los riffs intensos y los juegos vocales si están presentes en esta placa, pero envueltos en una masa oscura que poco espacio deja a los detalles, los cuales se diluyen constantemente ocultando la calidad de cada integrante del grupo, especialmente en el caso de Jerry Cantrell y William Duvall quienes, salvo momentos muy puntuales, no sobresalen, acción que, aunque suene contradictorio, resalta la madurez de la banda y la solidez de la misma para plantar cara ante un historial que en esta oportunidad podría jugarles en contra.
The Devil Put Dinosaurs Here, no es un mal disco, pero tampoco una obra maestra y sólo el tiempo tendrá la respuesta final. Pero más allá de eso, es posible que quienes busquen emocionarse con canciones como “Nutshell”, o aquellos con ganas de encontrar la intensidad de canciones “oreja” como la más reciente “Check My Brain”, sientan ganas de obviar un poco la existencia este trabajo, algo que no debería pasar.
Es ahí donde hay que tener cuidado, y donde muchos oídos son traicionados, pues es en la evolución y en los cambios donde nacen aquellas sorpresas que deslumbran a una cantidad importante de fanáticos y, lo más importante, el resultado en esta oportunidad es completamente consecuente con las declaraciones previas al lanzamiento, donde Jerry Cantrell estableció que este disco es algo completamente diferente, “el siguiente paso”, pero que en ningún momento pierde la esencia de este histórico grupo, algo que nadie puede negar aún cuando mucho cueste escuchar las primeras veces el sonido de esta placa.
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