Tras una larga espera, por fin vivimos una de las fechas más importantes del 2019, una que marcará un antes y un después para futuras versiones de Santiago Gets Louder; es que en esta ocasión no se trata de cualquier edición, sino una que recordaremos con un toque de amargor pues Slayer, una de las bandas iconos del movimiento thrash nos trajo lo mejor de su trayectoria para despedirse de Santiago de forma definitiva.
A pesar de los vaivenes que tuvo esta edición de SGL el ambiente previo al show se vivió con gran intensidad. No hay que olvidar que otro nombre importante anunciado en un principio fue Megadeth, quienes lamentablemente tuvieron que anunciar su baja debido al delicado estado de salud de Dave Mustaine. A pesar de esta importante baja, los ánimos por ser testigos de un cartel sumamente atractivo no bajaron un ápice y fue así como sobre la marcha fueron sumando bandas de importante trayectoria.
Una vez que el cartel definitivo cobró su forma final era necesario contar con un anfitrión que estuviera a la altura del evento, responsabilidad que recayó en la banda insigne del metal nacional: Pentagram, liderada por Anton Reisenegger, siempre nombrada como influencia por muchos y que fueron los encargados de dar el puntapié inicial al show.
Pentagram se adueñó desde el primer segundo del escenario demostrando que todos estos años forjándose en vivo no pasan en vano. Inmediatamente pasaron a ser uno más de los grupos que componían este cartel y no solamente la banda de soporte que abre un show. La gente presenció un show de proyección internacional en el que se vio una banda mucho más madura y cohesionada, con un sonido y capacidades técnicas a la altura de cualquier festival alrededor del mundo.
Como dueños de casa se encargaron de brindar un brutal show que dejó los ánimos encendidos y que finalmente se desataron con “Demoniac Possession“, dando por cerrada una presentación histórica, no sólo para ellos sirviendo como soporte en la despedida de una de sus bandas predilectas, sino que también para mostrarle al público la calidad del material nacional.
Los primeros acordes de los arquitectos de la destrucción movilizaron a todo el público que faltaba por ingresar al estadio para ocupar la mejor ubicación posible ante el arranque del show de los alemanes de Kreator, banda que tiene una larga trayectoria de presentaciones en nuestro país. Su primer show en el Chile fue en el año 1992, acompañados también por Anton en los inicios de un incipiente proyecto llamado Criminal.
Los alemanes sienten una especial empatía por el público chileno, a quienes se lo hicieron saber mediante un show en que repasaron todos sus clásicos apoyados por un muy buen espectáculo de pirotecnia en el que canciones de la talla de “Phobia“, “Phantom Antichrist” o “Betrayer” marcaron la tónica de una actuación cargada de emociones para el grupo, y que el público supo responder fervorosamente.
Kreator construyó un show lleno de energía, meticulosamente estudiado, en el que hicieron un repaso por la mayoría de sus álbumes y le entregaron a la gente las canciones que esperaban escuchar. La madurez que muestran sobre el escenario, marcada por la experiencia, posicionó esta presentación como uno de los grandes números que todavía quedan por repasar de este maratónico show.
A medida que avanzaban los shows el ánimo de la gente no decaía en lo más mínimo y esta fue la oportunidad que utilizó Anthrax para darle un nuevo significado a la palabra velocidad. Con la introducción de “Cowboys from Hell“, arrancó un show con el pedal a fondo en el cual la banda repasó todos sus clásicos y se dio el espacio para tributar a los héroes que ya nos han abandonado.
Con Anthrax dispuestos a dejar todo sobre el escenario, el público disfrutó de canciones como “Mad House“, “Got the time” entre otras que ya son más que conocidas entre los fans; no en vano hicieron el registro audiovisual ‘Chile on Hell‘, del cual nos recordaban cuán locos podemos llegar a ser por estos lados del planeta.
Uno de los puntos altos de la presentación y que quedará marcada en la memoria colectiva de los asistentes fue cuando Joey Belladonna armado solo con su micrófono en mano, baja hacia la audiencia y se adentró en ellos para interpretar íntegramente “Antisocial“.
Tras los primeros redobles de tambores que dan la introducción a “Indians“, la banda detuvo la canción en la mitad de esta para dirigirse a los fans y demandar lo mejor de ellos, efecto que se vio reflejado en una alocada audiencia coreando el tema hasta la última bocanada de aire. Un tremendo recuerdo que se lleva Anthrax con una audiencia más que complacida frente a un tremendo show de los norteamericanos.
Finalmente y con la noche como testigo llegó el show más esperado de la jornada y probablemente el que muchos no querían ver. Como no hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague, el último show de Slayer en territorio nacional se hizo realidad. Es la última oportunidad para ver a Tom Araya y compañía en vivo y haciendo lo que mejor saben hacer: caos.
Muchos de los acá presente seguramente crecieron escuchando a esta agrupación, hicieron amigos y asistieron a todos sus shows, por lo que los sentimientos frente a este cierre de Santiago Gets Louder son encontrados. Por una parte la ansiedad que embarga los minutos previos a ver a la banda de tus sueños sobre el escenario y por otro, están a punto de ser testigos de un cierre en una etapa de sus vidas, la de imaginar un mundo sin Slayer.
Con un repertorio que no se guardó ninguno de los temas clásicos que la gente esperaba, hubo espacio también para un par de sorpresas como “Evil Has No Boundaries“, canción que no interpretaban desde hace muchos años, además de “Gemini“, aquella joyita del ‘Undisputted Attitude’ por primera y única vez en Chile.
Estado de gracia.
Santiago Gets Louder nos presentó un show como ningún otro que jamás ha dado Slayer en su carrera y la ocasión no podía ser menor: la despedida de una de las bandas que fundó y le dio forma a un incipiente sonido cargado de agresividad en la década de los 80 y hoy, con un poco más de tres décadas de carrera en el cuerpo, Tom Araya vino a despedirse de la tierra que lo vio nacer.
“Angel of death” que durante tantos años dio el cierre a los conciertos de Slayer alrededor del mundo, encumbró su último vuelo para cerrar para siempre en Santiago la voz de una de las bandas más agresivas del planeta. Un emocionado Tom Araya dedicó unas últimas palabras a la audiencia, pero ya no quedaba nada más que decir, sólo recibir el último agradecimiento del público fiel que llenó cada estadio por el cual la banda se presentó a lo largo de tantos años y que compartió una parte de sus sueños con nosotros.
Créditos fotográficos: Carlos Muller y Rodrigo Navarro.