Este año nos hemos enfrentado a muchas novedades, las que muchos esperábamos ansiosos, dado que nuestras bandas favoritas, en un acto de coordinación pura, lanzaron discos a mediados de este 2012, lo que se ha traducido en muchas discusiones y conversaciones sobre que será lo mejor de este año en cuanto a placas nuevas.
En ese contexto nos encontramos con el nuevo trabajo de Muse, denominado The 2nd Law (que podrás escuchar online al final de esta nota), un álbum que se mantiene fiel a las primeras declaraciones, mostrándose “suave” y “completamente diferente” a los trabajos anteriores de la banda inglesa: Una propuesta conceptual que siempre resulta atractiva para quienes buscan algo más que canciones sueltas en un disco compacto. Y aunque el concepto pueda definir y ayudar a entender esta propuesta, lo que al final queda es la música, las sensaciones que provoca y las imágenes que evoca.
Es así que empezamos esta travesía con “Supremacy”, un corte que sin mayores esfuerzo nos remontará al inicio de una película Bond y, por otro lado, nos recordará a los acordes de “Kashmir” de Led Zeppelin; una mezcla de sonidos cuyo resultado nos llamará la atención y nos saca una sonrisa del rostro, gracias a tono épico de la pieza que no se siente exagerada, algo a lo que ya nos estábamos acostumbrando con The Resistance (2009).
Sin embargo, el primer punto de inflexión viene con “Madness”, cobijada por sonidos electrónicos con sutiles toques de guitarras: pegajosa instantáneamente, pero de una simpleza que contrasta inmediatamente con su predecesora, y que se aprecia mejor cuando las imágenes de su video oficial la acompañan, pero siempre en presencia de aquel vacío sentimiento de que esto no es lo que deberíamos esperar de un trabajo de Muse. Si bien la canción tiene el innegable ADN de los británicos, es la voz de Matt Bellamy la que destaca, especialmente hacia el final de la pista cuando los sonidos electrónicos desaparecen bajo la atmósfera que la canción genera.
Es difícil entender este trabajo como un todo, más aún cuando la historia continúa con “Panic Station”, otro corte directo a las orejas que sonará fuertemente en radios e incluso en pistas de baile, despertando así las discusiones respecto del rumbo de la banda.
Así, en este punto, Muse da término a la que claramente se siente como una parte externa al trabajo conceptual, ya que la heterogeneidad de dichas canciones poco hace referencia a lo que está por venir y que se inicia con la suave “Prelude”, una apertura suave y emocionante a la vez, que rápidamente nos dejará con la discutida “Survival”, que fuera también el tema principal de los pasados Juegos Olímpicos de Londres.
Otro claro homenaje a Queen, pero no mejor lograda que otra canción polémica en su momento: “United States Of Eurasia” presente en The Resistance (2009); podrá tener coros y guitarras más distorsionadas, pero su carencia de ritmo difícilmente produce el despegue que muchos pudieron esperar en este momento. Al contrario, se siente exagerada y sin un cuerpo firme que la sostenga.
Pero cuando pensábamos que los sonidos electrónicos habían quedado en las primeras pistas, “Follow Me” llega a forzar esta imagen, haciendo que el rock vaya desapareciendo entre los populares sonidos característicos del dubstep. Algunos discos alcanzan su clímax a esta altura de avanzados, pero The 2nd Law, llega acá a su punto más bajo, al borde de la decepción.
El nuevo trabajo de Bellamy, Wolstenholme y Howard se caracteriza por sus contrastes, y de esa manera “Animals” retoma lo sencillo, y se enfoca en los detalles, y en la simpleza de la guitarra. Cuando en declaraciones previas se refirieron a un trabajo “suave”, esto es sin duda lo que se hubiera esperado, dando pie a la experimentación sin pasar por encima de toda la historia que acompaña a estos ingleses, la que aflora al final de esta pieza.
En ese mismo orden, el disco continúa con “Explores”, lo que se agradece, y que inmediatamente se siente como una pieza que perfectamente pudo formar parte de su placa anterior, al retomar sin abuso los sonidos más sinfónicos de Muse. Sin embargo, el recuerdo instantáneo a “No Surprises” de Radiohead invalida fuertemente algo que pudo ser novedoso en una placa de Bellamy y compañía.
“Big Freeze”, aun cuando evoca inmediatamente a los sonidos de U2, banda odiada e igualmente adorada por muchos, puede ser considerado el tema más tradicional del disco, puesto que su enfoque es mucho más alegre y sincero, olvidándose por un momento de los forzados coros que se escucharan anteriormente.
Novedad absoluta es “Save Me”, presentando por a Chris Wolstenholme como la voz principal, en una suerte de canción de cuna en que el bajista hace presente la problemática del alcoholismo que alguna vez lo aquejara, y que sirve como introducción a “Liquid Snake State”, interpretado también por Wolstenholme; una propuesta más seca y directa que la canción previa, pero que extraña la voz de Bellamy, al sentirse el trabajo vocal algo ahogado por la crudeza que impera en ella.
Y el disco cierra con el trabajo que le da nombre al disco, dividido en dos partes: The 2nd Law: Unsustainable e Isolated System.
Aun cuando la primera parte, Unsustainable, convoca a una grandilocuente sinfonía, esta es barrida por los sonidos del Dubstep, muy en la línea de los recientes trabajos de Skrillex, prácticamente haciendo desaparecer a Muse del panorama. Similar es lo que ocurre con Isolated System, donde son los sonidos principalmente electrónicos los que finalizan el disco. Es en este momento cuando la experimentación, que generará la discusión entre los fans, se hace presente, especialmente por dejar tan en el olvido el otrora primordial sonido del piano.
The 2nd Law es efectivamente un cambio radical, y como tal implica riesgos, algo que no muchos se atreven a realizar. Pero más allá del atrevimiento, el disco tiene claras influencias a muchas bandas, bordeando lo que muchos podrían calificar como copia. Pero aun así el resultado es propio de la banda inglesa, al presentar reinterpretaciones de sonidos que hablan el dialecto de Muse, pero que en ningún momento se sienten como una unidad, reforzando la idea de un trabajo carente de identidad, dejando al oyente sin una idea de que esperar para un futuro. Quizás esta característica sea la base fundamental de una muy buena sorpresa en tiempos venideros.
Se extrañan las distorsiones y los sonidos más crudos a los que muchos se acostumbraron y que, del mismo modo, posicionaron a la banda. Pero todos sabemos que ese es un camino que Muse ya dejó hace algunos años atrás y no tenemos claro si retomará en algún momento. El tiempo será quien tendrá la última palabra.
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