Desde un tiempo a la fecha todos tenemos claro que las cámaras digitales son un dispositivo imposible de prohibir en los conciertos. En la prehistoria la gente solo levantaba sus brazos en señal de pasión por la música en vivo, pero hoy alza cámaras y/o teléfonos celulares. Es tanta la resignación de los organizadores, que actualmente la restricción ha sido relegada solo a las cámaras “profesionales”, lo que llega a ser algo discutible en vista de la calidad de algunas cámaras compactas si se saben usar. Pero ese no es el punto.
Aun cuando preferiría que no hubiera cámaras fotográficas en los eventos dada la incomodidad que generan a muchos, como hay que aceptarlas, algo debe decirse sobre el cuestionable comportamiento de los dueños de esas pequeñas máquinas.
Conciertos como el de Roger Waters y Steven Wilson (en menor manera) dejaron en evidencia la poca capacidad del público chileno de comprender y/o, por lo menos, acatar una simple orden, que más bien era una recomendación que iba en directo beneficio de los espectáculos y del registro que aquellos “fotógrafos” querían llevarse a sus hogares.
Para el caso de ex-Pink Floyd, una voz explicó que no estaba prohibido sacar fotos, pero si se dio el tiempo de explicar que tomarlas con flash resultaría nefasto para el concierto, dado que la principal atracción del mismo serían las proyecciones sobre los blancos ladrillos que nos acompañarían hasta el final de la noche: “Si toman fotos con flash, lo único que obtendrán será una foto blanca”. Esa simple instrucción bastaba para cualquiera, pero para la gran mayoría, incluso personas que pagaron una cantidad importante de dinero para ver el show, sacaron a relucir su pobre conocimiento de la palabra respeto y de seguro llegaron a su casa a ver fotos de un muro albo.
De igual manera Steven Wilson se llevó una mala parte de Chile, cuando la maravillosa concurrencia sacaba fotos al velo que cubría el escenario en la primera parte del concierto, obteniendo un resultado similar al que comenté antes. Además se hizo hincapié en que estaba prohibida la presencia de cámaras digitales, algo que fue solicitado por el mismo Wilson. Muchos no hicieron caso y, por lo mismo, se llevaron un mal momento al recibir un golpe sobre el artefacto por parte de los guardias presentes.
Pero bueno, establezcamos unos cuantos conceptos para que nos entendamos mejor: Un concierto es sinónimo de sonido a un volumen descomunal y de una puesta que maximice lo que escuchamos, por ende, es algo fundamental. Pero la iluminación, las imágenes y los colores que deslumbran a los asistentes tienen un blanco e intenso enemigo que se encarga de desaparecer todo aquello que aprecias y disfrutas. Si, lo conoces y se llama flash.
El flash es complicado de usar, es capaz de hacer brillar superficies que no son luminosas y, por otro lado, tiene el poder de matar ese haz de luz que tan bien se ve en ese preciso momento sobre el artista de turno. Igualmente tiene la capacidad de iluminar aquel humo del espectáculo y convertirlo en una densa neblina. ¿Les suena conocida la historia?
Por otra parte, si usted está lejos, sacar una foto con flash le significará que el alopécico delante suyo salga con un brillo espectacular en la calva y que la imagen del escenario se vea tan clara como el agua de Río Mapocho. Lo mismo pasa cuando usted se toma esa típica foto con el concierto de fondo. ¿Les suena todo esto?
En el otro lado de la moneda están las fotos cerca, desde las primeras filas, donde con flash todo saldrá definido, pero le iluminará las amígdalas e incluso las fosas nasales de su artista favorito. ¿Lindo no?
¿Qué podemos sacar al limpio? Fotos sin flash y listo. PERO, si va a sacar fotos sin esa blanca luz, tu éxito dependerá del pulso y estabilidad que tengas, de lo quieto que se quede el artista y de tu manejo con la cámara. Entonces deberíamos empezar a hablar de velocidad de obturación, apertura del diafragma, e ISO, parámetros que determinarán si su foto saldrá bien o no. Ni hablar de usar la cámara en modo automático, porque “ella” hará lo que se le da la gana y es muy probable que recurra al desagradable enemigo del que ya hablamos. Pero para esos temas hay otras páginas.
Ponerse a pensar en todos esos factores puede ser una lata, más cuando fuiste a un concierto al que pagaste (no poco) y esperaste tanto tiempo para disfrutar. Entonces aprovecho de preguntar estimado lector: ¿Es usted de aquellos asistentes que terminan con los brazos dormidos y que ven el concierto completo en directo por una pantalla de 3 pulgadas? Este es el momento donde a muchos les cae el palo y se empiezan a hacer los locos.
Y si hablamos de fotos, también tenemos que hablar de videos, porque si hay algo tanto o más nefasto que las fotos amateur, son los videos de conciertos. Y si, acá me voy a echar encima a muchos quienes al finalizar un show parten corriendo a bajar videos de aquella noche anterior, para posteriormente guardarlos y no verlos en mucho tiempo.
Al contrario con las fotografías, grabar en alta definición es extremadamente fácil en estos tiempos, incluso los teléfonos lo permiten, pero lograr que se escuche bien es una tarea complicada y casi imposible.
Pero más allá de que las fotos y los videos sean de calidades inferiores en comparación a un material profesional, no se puede criticar que alguien quiera registrar ese momento como el recuerdo perfecto y único de ese show, pero si se puede reprochar la molestia que se genera sobre quienes están tras el dueño de la cámara: es una falta de respeto y punto, especialmente en cancha. Incluso hay testimonios de gente que ha visto a otros grabar conciertos con un Tablet. No me pronunciaré al respecto, pero creo que usted se arma el panorama perfectamente y lo rechaza automáticamente.
Ya tenemos que lidiar con que nuestros recintos de conciertos no son lo más óptimo para disfrutar espectáculos, especialmente para quienes tienen estaturas inferiores al promedio; que lástima tener que enfrentarse al poco sentido común de muchos.
Piensen un poco, por algo a gran mayoría de los eventos van fotógrafos de distintos medios (y a veces como CLSK lo hacemos) quienes se encargarán de retratar aquel momento de la mejor manera, aunque sean imágenes tomadas durante las primeras dos canciones.
Desde las plateas altas y galerías, donde la perspectiva es un poco más favorable hacia el escenario la historia es distinta, pero de igual manera muchos terminan esquivando pantallas y manos.
Pero bueno, tenemos claro que es imposible lograr que las cámaras salgan de los conciertos y luchar contra eso es inútil. Toma un par de fotos y listo, disfruta el show. Y si vas a seguir haciéndolo, simplemente te recuerdo que cuando estás en un concierto no estás solo, piensa en los demás y, si se te olvida de eso, no reclames si te llegan algunos proyectiles sólidos y, dependiendo del público, líquidos.
Lo dejo a tu criterio.
Sebastián Pérez Gajardo
08/11/2013 at 14:46
yo al principio trataba de grabar con mi celu lo que podia, despues me di cuenta que era una perdida de tiempo y solo voy a disfrutar del concierto sin andar pendiente si la grabacion quedo bien, si la foto estaba enfocando correctamente, etc. No entiendo esa mania de estar todos parados con la manito arriba con sus camaras, pero como dicen por ahí, cada uno disfruta como quiere.