Hoy conmemoramos una década desde aquel Martes 6 de Diciembre de 2005 en que 20.000 personas se reunieron en la Pista Atlética del Estadio Nacional para presenciar la primera presentación de Dream Theater en Chile; el capítulo inicial de una historia a la que ya estamos habituados pero que, hasta ese momento, solo se veía como un sueño muy lejano. En esta ocasión, nos alejaremos un poco del tono formal habitual en CLSK (?) para entregarles esta crónica en un carácter más personal.
Para muchos, y me incluyo, fue una jornada realmente mágica, por decirlo de alguna manera; fue el año en que más exacerbado estaba mi fanatismo por la banda. El lanzamiento de Octavarium en junio de 2005, con la interminable búsqueda de easter eggs que contenía fue algo que me mantuvo la cabeza ocupada por semanas, si no meses. El octavo disco, lleno de referencias a los números 3, 5 y 8, que también se prestaron para múltiples lecturas (alguien llegó a decir que cada canción representaba a sus trabajos previos) fue mi álbum de cabecera durante todo ese año, escuchándolo múltiples veces al día, desde el inicio con la segunda tercera parte de la suite de AA de Mike Portnoy hasta esa épica de proporciones que llegaba de la mano de la canción homónima. Si lo pensamos bien, tampoco era mucha la música que cabía en un humilde reproductor de mp3 de 128 MB alimentado por una simple pila AAA.
Recuerdo haber llegado alrededor del mediodía a hacer la fila en las afueras del estadio, en el sector del pilucho. Iba, además de mis propias altas expectativas, motivado por guardar puesto para un amigo de infancia que debía rendir la PSU ese día en la mañana. Ya a esa hora, me encontré con una fila de al menos unas 100 personas, claramente aún más excitados que yo por la llegada de aquella fecha. Sólo con una botella de agua de litro y medio en la mochila y un par de sanguches para aguantar la espera, me uní al grupo bajo un fuerte sol que se haría implacable a medida que transcurría la tarde.
A pesar de no conocer a nadie más, al menos durante el primer par de horas, rápidamente comenzamos a echar la talla con los más cercanos, en una época en donde aún no existían teléfonos inteligentes de forma masiva como para matar el tiempo. No quedaba otra, era una espera a la antigua, sin redes sociales ni selfies. Cuando ya casi no dábamos más por la calor, apareció un iluminado que encontró una funcionalidad mucho mejor para las palomas de propaganda electoral de Joaquín Lavín (?) que habían instaladas en el sector: con un par de cortes por aquí y por allá, quedaban perfectas como techo para los que estábamos entre las valla papales. Con esto la espera se hizo más tolerable, pero definitivamente no estábamos preparados para las malas noticias que llegarían cerca de las 5 de la tarde, la hora de apertura de puertas.
Desde un principio, las vallas papales estaban instaladas guiando en dirección a la entrada principal que da hacia Avenida Grecia, justo al enfrente de Campo de Deportes. El gran pero, es que la entrada finalmente no sería por ahí, sino que por los torniquetes que existen 20 metros más hacia el oriente. Cuando empezamos a ver que los guardias apostados dentro del recinto se movían hacia allá para abrir, dejándonos tirados a los que estábamos desde más temprano, se generó el caos: se desarmó la fila y todo se transformó en una masa de al menos 500 personas tratando de entrar por 4 puertas, uno a la vez. Fue mirar al cielo y encomendarse, empujar y empujar hasta poder llegar al control de carabineros, pero ya estábamos adentro, todo lo demás daba lo mismo.
Las horas en la pista atlética se hicieron igual de largas que afuera, sobre todo cuando a las 8, faltando una hora todavía para el comienzo del show, comenzaron los forcejeos y empujones de todos los que querían estar más cerca del escenario. Hubo muchos gritos y reclamos, más de lo normal dada la gran variedad etaria entre los presentes; recuerdo haber visto familias completas, con niños desde los 5 años junto a sus papás bordeando las 5 o 6 décadas. La expectación por ver a la banda era inmensa, con una devoción parecida a la que vemos hoy en día cada vez que viene Iron Maiden. Dream Theater venía prácticamente en la cresta de la ola, un peak de su carrera en el que aún encantaban a los fans del rock progresivo de la misma forma que a los amantes del metal. Tal como lo anunciaría Mike Portnoy al momento de despedirse, eran más de 20000 personas reunidas en la Pista Atlética, la mayor audiencia que había tenido la banda en un concierto liderado por ellos.
Del show creo que no hay mucho que se pueda decir; estoy seguro de que todos lo atesoramos de la misma forma. Con un setlist redondo, que recorrió su carrera de punta a cabo en casi 3 horas de música, presenciamos un show lleno de grandes éxitos y momentos especiales: las improvisaciones de Jordan Rudess en cada canción; los extractos de Pink Floyd y Metallica por John Petrucci en “Peruvian Skies”; la euforia colectiva que se desató ante “Strange Deja Vu”/”Through My Words”/”Fatal Tragedy”; la alegría de “Solitary Shell”; la potencia de “As I Am” y “Endless Sacrifice”; la grandilocuencia de la extensa “Octavarium” y el tremendo final del encore con “The Spirit Carries On”, con la mitad de la audiencia al borde de las lágrimas, y el medley de “Pull Me Under”/”Metropolis Pt. 1”.
A muchos de ustedes quizás les parecerá extraño que hablemos de Dream Theater de esta forma, porque hemos dejado claro cuál es nuestra opinión y hemos sido críticos sobre el acontecer actual de la banda; solo queremos dejar claro que sin un evento como este, que incluso llegó a tener un Bootleg Oficial, no seríamos quienes somos en este momento y, a pesar de todo, le tenemos cariño a DT por todo lo que nos entregó en el pasado más allá de las diferencias fundamentales que tengamos con sus trabajos más recientes. Aunque no lo crean, hoy en día seguimos siempre con gran expectación cada anuncio de material nuevo de la agrupación.
Y ustedes, ¿qué recuerdos tienen de ese día? Los comentarios están abiertos como siempre para que dejen sus impresiones sobre aquella noche.
Gaston Caro
20/08/2016 at 10:26
Un tremendo concierto, fui con mi hija de 14 años que en ese tiempo era fanatica de DT y fue realmente genial.
Sebastian Salinero
10/02/2017 at 10:32
Que gran concierto! Uno de los primeros a los que fui. Ese día di la PSU, la prueba de historia a la rápida para poder partir a Santiago… ese día también fue un momento difícil para la música chilena, pues durante la tarde de ese 6 de diciembre se cayó un bus en el puente maipo, en que viajaba Saiko… difícil momento y más para mí, porque venía desde San Fernando y por este accidente llegué a Santiago dos horas tarde. Pero cuando llegué al Nacional se olvidó todo y… WOW, Nunca olvidaré como escuchaba ese bajo retumbando en todos mis huesos, monstruoso!!!! De ahí nunca más he parado de ir a conciertos de todo tipo…
Lobo Noble
08/05/2020 at 21:27
Ese setlist hasta el día de hoy no ha sido igualado en calidad… Ah, y te faltó mencionar uno de los temazos de Dream Theater que fue punto alto en esa jornada: “Caught In A Web”. Lo escuchaba de pendejo y no podía siquiera imaginarlo en concierto hasta que fui.