Siempre hemos dicho que no creemos en la frase “Si es chileno, es bueno”, aún cuando sea una forma de fomentar el interés por productos / creaciones nacionales; si la calidad es indiscutiblemente buena, no debería existir un “slogan” ¿verdad? Dicho eso, acá en CLSK tenemos la oportunidad de cubrir un sinnúmero de eventos, ya sea desde conciertos gigantes en un estadio hasta presentaciones en bares bastante sencillos para un público reducido. También publicamos datos y eventos de bandas emergentes a las cuales les damos una oportunidad en nuestra plataforma dada la calidad que entregan estas propuestas.
Pero siempre hay un par de preguntas que nos asaltan: ¿Está interesada la gente en salir de su zona de confort y darle espacio a nuevas bandas? ¿El público nacional quiere hacer un recambio en los grupos que normalmente (y por años) escucha?
Hace poco se realizó la Cumbre del Rock Chileno 2017 -no, no vamos a entrar en la discusión de si las bandas representan o no ese estilo- y podemos decir que los nombres ahí presentes, especialmente como “cabezas de cartel” son grupos que ganaron su popularidad en un momento en que los medios de difusión eran bastante limitados, pero que mantienen la fórmula que se replica siempre en este tipo de eventos enfocados en autores nacionales. Y el Estadio Nacional se llenó a tope, así de simple y se crea una sensación de que la música chilena es capaz de mover grandes masas. Creo que se entiende la idea.
Por otro lado hay una escena muy lejos de esta “cumbre”, en recintos mucho más chicos, de bandas de un profesionalismo impresionante y con una puesta en escena muy cuidada y completa, pero este pequeño recinto siempre tiene dificultades para verse lleno, y repiten un patrón en el cual empezamos a ver a caras conocidas, medios independientes, otros artistas del mismo círculo y, por supuesto, amigos y familiares de la banda, de los cuales muchos fueron invitados gratuitamente.
Claro, reflejamente podemos decir “es que nadie les da pantalla, no tienen presencia en las radios”, “bla bla bla”, pero creemos que ese no es el problema, ya que difundir algo en estos tiempos no es aparatosamente difícil: la verdad es que el público chileno no tiene interés en buscar nuevas bandas nacionales, ni siquiera darles una oportunidad fuera de lo que llevan años escuchando. Es triste decirlo, pero es así. Incluso a veces es difícil llenar recintos con bandas extranjeras, pero eso es para hablarlo otro día.
Al público chileno le gusta comprar una entrada cara para ver a un artista famoso y publicarlo en redes sociales en vez de pagar una fracción ínfima de ese precio y dejarse sorprender por la calidad de artistas nacionales que poco o nada tienen que envidiar a grupos gigantes: ¿Cuantas personas al año han ido a un lugar a tomarse algo temprano con tal de ver una banda en vivo? ¿Cuánta atención ponen los lectores a una nota sobre una banda emergente en comparación con la visita del tour de una banda que han escuchado por muchos años y que ya ha venido 5 veces? Incluso pocos se dan el tiempo de llegar temprano para ver a la banda nacional telonera antes de la presentación de una agrupación internacional.
Muchas bandas chilenas, y un sinnúmero de artistas nacionales merecen ser escuchados en vivo porque es ahí donde muestran su real valor; estamos hablando de grupos que tienen una propuesta sólida, interesante, integral y una puesta en escena que maximiza la experiencia, pero por más trabajo de difusión que hagan, por más profesionales que sean, siempre quedan relegadas a pequeños lugares que difícilmente estarán a capacidad completa.
Si, entendemos que somos un mercado pequeño y Chile quizás no es la mejor plataforma para salir disparados hacia el estrellato internacional, pero si tan solo el chileno abriera un poco su mente, aumentaría su necesidad por descubrir y saliera de su zona de confort, muchas bandas nacionales tendrían una oportunidad mayor de abrirse camino en este complejo escenario y desarrollar creaciones que permitan forjar una carrera y la escena chilena ganaría en diversidad y, por supuesto, calidad.
Por último, muchos reclaman por la falta de escenario para la música nacional; ante eso, queremos decir que es el momento de ir a ver a los grupos chilenos a sus shows y darles más de una oportunidad, porque hay hartos eventos todas las semanas y mucho esfuerzo detrás de las presentaciones de la escena local, pero si no somos capaces de respaldarlos, todo trabajo e intento por ampliar las opciones son en vano.
Las entradas cuestan máximo $5.000, incluso menos si lo haces en preventa, los shows se hacen en lugares de fácil acceso, puedes tener a una buena banda a poca distancia, incluso quedar sentado en un buen asiento y/o con una cerveza en la mano. Son muchas las virtudes, pero la triste realidad, es que al público poco le interesa.
Jack Luminous
06/03/2017 at 11:50
Con respecto a :”Al público chileno le gusta comprar una entrada cara para ver a un artista famoso y publicarlo en redes sociales en vez de pagar una fracción ínfima de ese precio y dejarse sorprender por la calidad de artistas nacionales que poco o nada tienen que envidiar a grupos gigantes”. Me parece una dicotomía forzada.Los mega conciertos se transformaron hace rato en eventos sociales, y cierto, mucha gente paga por ir a “alumbrarse”, la foto con el escenario de fondo bien vale reventar la tarjeta.( el que fue a la última visita de los Rollings podrá estar de acuerdo),pero la contra parte de eso no es ni con mucho , ir a un bar a ver una banda nacional por muy buena que esta sea, son peras y manzanas.Las motivaciones que te llevan a uno y otro son muy distintas. Por lo demás decir que hay artistas nacionales que “poco o nada tienen que envidiar a grupos gigantes”, puede sonar motivador,pero no es real, porque nadie en Chile hoy hace un show como el de Gilmour, o Satriani o Joe Bonamassa por ejemplo ( nos falta todavía).
En lugar de comparar el fenómeno internacional con el local, me parece mas motivador el desafío de ayudar a “abrir las mentes”, las herramientas de difusión están, la calidad (no hay duda) también, pero es la pega mas difícil y más lenta, y muy posible que los que dan la pelea hoy no vean los frutos, pero ahí están dándole , esa es al menos para mí, es la gracia.