La obsolescencia tecnológica es sin duda un tema con el cual debemos enfrentarnos varias veces durante el recorrido de nuestra vida. Algunos de nosotros vimos morir al cassette y por ende al Walkman y asimismo contemplamos la desaparición de los reproductores de CD portátiles, dando paso a los reproductores de música digital, que al final están incorporados en nuestros teléfonos u otros.
Sin duda la aparición de la música digital cambió para siempre la forma en que compartimos y, para que estamos con cosas, como conseguimos música. Y ahora nos enfrentamos a la arremetida de la conocida “nube”, donde la promesa es que toda nuestra música estará disponible online y podremos acceder a ella en cualquier lugar, siempre y cuando estemos conectados a Internet (cosa cada vez más usual y menos complicada).
Nadie que se declare un usuario de Internet puede jactarse de nunca haber descargado un disco y, por lo mismo, somos nosotros quienes estamos potenciando una evolución que no cuadra en la mente de muchos.
Comprar música por internet, como ya lo hemos dicho en otras oportunidades, es un método que sigue convencer completamente y que me muchos se niegan a adoptar, menos cuando en la actualidad siguen conviviendo formatos tan disimiles (tecnológicamente hablando) como los vinilos, cds y mp3. Pero en algún momento uno de ellos debe morir.
Y este último tiempo han comenzado rumores más que fuertes que indicarían que el Compact Disc, estaría tomando sus últimas bocanadas de aire, en respuesta al éxito que han tenido las tiendas online de Amazon y Apple. Igualmente, Amazon es el mayor distribuidor de discos físicos del mundo y los rumores apuntan a que esta misma compañía sería la única encargada de seguir repartiendo discos por el globo, pero enfocado en ediciones especiales, de algunos artistas seleccionados (sepa moya quien va a hacer la elección).
Era entendible que el cassette sucumbiera ante el CD: por más que cuidaras esa cinta magnética, tarde o temprano, la fragilidad de la misma y el constante roce terminarían por dañar ese contenedor de música. Sin embargo, el “compact” vino a ser la mezcla perfecta en tamaño y calidad y bastante más resistente al paso del tiempo, con el debido cuidado obvio. Por lo mismo el “formato” se mantuvo en los DVD y ahora en los Blurays.
¿Será posible que muera el CD? Desde mi punto de vista lo veo como algo muy difícil. Si lo analizamos fríamente, el único formato que ha muerto, musicalmente hablando, es el cassette, y ya dijimos porqué. Incluso el vinilo se encuentra en un momento de renacimiento dada la calidad de su presentación y sonido, algo que valoran de sobremanera quienes son fanáticos de la alta fidelidad y, por lo mismo, terminan coleccionando dichas ediciones.
Pero sin duda en este momento, por un tema de precios y tamaño, coleccionar CDs es la forma más fácil de disminuir el espacio de tu repisa, siempre y cuando sepas como conseguirla, ya que los precios en tiendas “especializadas” no acompañan mucho al bolsillo de aquel que recopila discos.
Si bien es “la nueva forma de distribuir” la música es la que ha acentuado de alguna manera la posibilidad de la muerte del disco, son los precios los que han potenciado esta realidad: y estamos hablando específicamente de Chile, donde las políticas (o la falta de una adecuada a la actual realidad) no permiten que la música sea completamente accesible. Además tengamos presente queiTunes Store, la tienda de la manzana mordida, ha llegado a nuestro país, entonces es el momento de ver cómo se comporta el público.
Entonces, en vista que las disqueras y las compañías discográficas no pueden obtener las regalías que esperan con los precios, ¿somos nosotros quienes debemos olvidarnos de coleccionar cajas y mantenerlas en perfecto estado? Al parecer sí.
Un CD suena mejor que un cassette y un vinilo suena mejor que un CD, y aunque algunos formatos digitales se acerquen a la calidad de esos discos negros, es muy difícil que logren siquiera acercarse el valor que da el simple hecho de “mirar y tocar” la música. Imaginen esta situación: “toma, te regalo un pendrive con la discografía completa de Anthrax” o “una clave para escuchar el último disco de Megadeth, sólo si tienes conexión a Internet”. ¿Dónde está el valor en eso?
Puede ser que el pensamiento sea arcaico y no tenga altura de miras, pero cuando las cosas pasan a ser absolutamente intangibles, pierden valor y por ende el respeto hacia el trabajo de otro. Si no fuera así, nadie, absolutamente nadie reaccionaría babeando ante una nueva edición especial de aquellos clásicos e históricos discos, aun cuando el sonido puede estar derechamente alterado para sólo subir el volumen.
Si pasamos a la distribución digital, da para pensar en que todos buscarán de igual manera (y casi por obligación) la forma de conseguir música gratis ilegalmente, ya que producto es exactamente el mismo, aun cuando las canciones tengan un sistema de seguridad y de copias controladas (que obviamente se puede romper); y si no estuviera protegida, basta con que una persona compre un disco digital para que lo siga repartiendo infinitamente. Y así volvemos a lo mismo, pero nos las compañías se han ahorrado millones de cajas e impresiones de libritos.
¿No pueden usarse acaso los formatos digitales como método gratuito de distribución, generando interés en el público y ofrecer las versiones físicas a un costo mucho más reducido como ya lo han hecho con éxito Radiohead y Nine Inch Nails? Claro, suena perfecto, pero como muchas cosas en este tiempo, son ideales muy difícil de lograr cuando alguien, de una u otra manera, perderá dinero.
Está claro que la distribución física implica almacenaje en bodegas, despachos y estanterías, pero ¿no está ahí la gracia?; ver un nuevo disco, sacarlo de la caja, colocarlo en el lector y que te vuele la cabeza. Claro, en estos tiempos es difícil no haber escuchado un disco antes de comprarlo originalmente, pero de esa forma retribuimos un poco el trabajo de quienes nos acompañarán horas y horas en los distintos traslados por tu ciudad, en la oficina o en la soledad de tu pieza.
¿Estamos preparados (todos) para que el CD desaparezca? ¿Debemos olvidarnos de todos los discos físicos? ¿De qué forma la palabra coleccionar tendrá sentido en ese escenario? ¿Se volverán un bien escaso sólo accesible para magnates millonarios? ¿Qué pasará cuando, por alguna razón, los servidores de música fallen imprevistamente o cuando no funcione más ese disco duro donde tienes todo guardado? ¿Son los formatos digitales la evolución o sólo una forma alternativa que convivirá eternamente con lo tangible?
Son muchas preguntas que en este momento no tienen respuesta, pero es el momento en que tú también te las hagas, puesto que es posible que la desaparición de estos amigos se tome a puertas cerradas, como en toda industria.
caro lina
15/12/2011 at 00:07
Debo aclarar que no soy amante del formato CD porque encuentro que carece de consistencia material y los lectores sufren de fragilidad… lo bueno es su fácil manejo y creación.
Creo que el disco compacto podría morir, pero no debido a que internet haga más expedito y fácil el asunto, sino porque el mismo formato de CD no tendrá la capacidad de satisfacer al usuario en cuanto a calidad y nuevas tecnologías de sonido. No encuentro que sea malo que la web sea un medio, pero no estoy de acuerdo con que sea el único que deba existir… cuando el formato CD ya no exista, aparecerá otro que lo sustituya materialmente, que no necesariamente será internet.
Pero claro, como bien dice Marcelo, mientras sigan vendiendo tecnología que lo avale … CD para rato.
matiasxprog
15/12/2011 at 11:40
no hay nada mejor que llegar a mi pieza y ver los Cds en la repisa, revisarlos, mirarlos, reproducirlos y recordar, es lo mejo.
ROROCK
25/12/2011 at 17:26
+1 totalmente
Camilo_D
15/12/2011 at 13:45
Y no importa cómo pretendan los distribuidores de música digital reemplazar al librto del disco, al artwork, tenerlo en la mano y entender el mensaje del artista que va junto con la música no tiene precio. Totalmente de acuerdo y hasta envidiando al sr. Valenzuela.