El día de ayer se inició una nueva versión del Festival de Viña del Mar, la número 54 para ser exactos. ¿Bastante verdad? Pero más allá de la cantidad de años que este espectáculo tenga, la explosión de las redes sociales y de la prensa de farándula ha dejado ver una suerte de descontento sobre todo lo que este festival implica, especialmente en los artistas invitados.
Es obvio que los rockeros más rudos siempre utilizarán argumentos como el que Faith No More estuvo en este escenario en 1991, pero eso no pasa por más que una anécdota frente a al real historial de artistas de esta, en otro momento, competencia.
Pero digamos una cosa, NUNCA le vamos a perdonar a Eva Gómez el decir que “Maná es la banda de rock más influyente de todos los tiempos”; en casos como este, su descontento es más que válido, pero eso es harina de otro costal.
El Festival de Viña está pensado como una fiesta familiar, que lleva años en el corazón de los chilenos, y para una gran masa de nuestro país: si señores, usted rockero de corazón no es el foco de interés para la organización de este certamen y eso difícilmente va a cambiar.
Entienda que las entradas de este festival se venden como pan caliente y a usted le sigue sorprendiendo como pasa eso siendo que no le interesa ninguno de los artistas participantes; se siente descolocado porque el rating se dispara sintonizando esa transmisión, mientras lanza sus mejores y ocurrentes frases contra Viña por su red social favorita.
El punto es que, en la actualidad, Chile tiene otras alternativas, aunque con sus reparos, son más que buenas, incluso importantes, especialmente en lo referido a la parrilla de artistas, pero simplemente no se transmiten por televisión abierta a todo Chile, y si así fuera, digámoslo, pocos lo verían: el alcance de Viña es impresionante y eso nadie puede negarlo.
Este festival se ganó su lugar cuando los medios de difusión eran pocos y los creadores de Facebook y Twitter aún no nacían: es una fiesta popular, pensada para otro segmento de personas y, por lo mismo, usted que se siente despreciado por esa organización, no tiene mucho que hacer en ella.
Simplemente no es el ecosistema donde usted se siente cómodo, pero para eso está Maquinaria Festival, Lollapalooza o The Metal Fest que, aunque no duran una semana, tienen la intensidad necesaria para mantenernos ansiosos por un año, ante la espera de una nueva versión de estos.
El Festival de Viña es y seguirá siendo una fiesta donde muchos no están invitados, pero eso no quiere decir que no exista otro lugar donde usted pueda ser recibido, y de mejor manera.
Estamos en un país donde hay festivales para todos los gustos, entonces ¿vale la pena seguir quejándose por uno? La respuesta está bastante clara.
Foto: La Tercera
Matias
25/02/2013 at 21:30
pero tienes que considerar que los otros festivales cuestan harto mas que viña
smi
25/02/2013 at 21:43
Que no se te olviden Kansas y Journey, ambos en los últimos años :ms:
Y aún con eso, el festival vale callampa. Son cosas que nunca se repetirán :ms:
Navea
25/02/2013 at 22:27
Buena columna, Julio. Concuerdo totalmente.